La noticia del día, de la semana, del mes, de la década perdida

Fausto Jaramillo Y.

No sé, ni puedo adivinar, cuales hayan sido las razones que impulsaron a Geovanna Palacios, ex – secretaria del Comité Interinstitucional que investigó la muerte del general Jorge Gabela, a declarar, en su comparecencia ante la Comisión Ocasional de la Asamblea, que en su computadora tiene un total de treinta y ocho actas de las sesiones del antedicho comité, echando por tierra las mentiras y falacias de varios ministros y funcionarios del anterior gobierno que, sueltos de huesos, afirmaban que no existían dichas actas, y que no recordaban lo tratado en las sesiones.

La versión de esta funcionaria pública es una muestra de la valentía y coraje de esta mujer y devuelve a los ecuatorianos un sentido de dignidad y de verdad que mucha falta nos hacía.

Han pasado muchos años desde el crimen perpetrado contra el general Gabela y, mientras las anteriores autoridades sostuvieron y sostienen que se trató de un acto de delincuencia común, la esposa del general ha luchado por negar dicha afirmación. En esta lucha, el anterior gobierno contrató a un perito internacional para que investigara el caso y su informe, al parecer, no concordaba con la versión oficial por lo que los miembros de una comisión especial creada para recibir dicho informe afirmaba desconocer el tercer cuerpo de ese informe por pérdida del mismo, y por lo tanto los ecuatorianos debíamos aceptar su palabra.

Ahora, con la declaración de la ex funcionaria, que laboró como secretaria de esa comisión, la versión del anterior gobierno se viene abajo. Existen las actas que en su momento fueron negadas. ¿Qué dicen dichas actas? La Comisión Ocasional de la Asamblea lo sabrá el próximo lunes, día en que la declarante acudirá con un Notario, a entregar todas las actas y documentos que reposan en su poder.

¿Por qué negaron, ex Ministros y otros Altos funcionarios, miembros de la “investigadora de la verdad” la existencia de estas Actas? ¿Qué pretendían ocultar?

No importa cuál sea el contenido de esos documentos, pero la palabra orquestada por el anterior régimen ya no es creíble, ya no podrá exigir a los ecuatorianos que aceptemos callada y sumisamente su versión. Ahora la Justicia debe seguir adelante en su afán de conocer y hacernos conocer la verdad de los hechos. Eso es lo que nos merecemos.