El rey de la negación

Rocío Silva

La negación es una noción primitiva toda argumentación ya la presupone, por lo que todo intento de explicar el funcionamiento de la negación está condenado al fracaso. Es realmente paradójico tener que aceptar como principio lógico algo que se entiende menos que aquello que pretende aclararlo.

En este contexto se enmarca el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, al sostener que quienes abandonan su país, lo hacen con el bolsillo «lleno de dólares» y seducidos por ofertas engañosas que forman parte de una campaña internacional contra su Gobierno. «Una característica de la emigración venezolana es que sale del país con el bolsillo lleno de dólares, lo mínimo que llevan $5.000, eso es platica oyó, venden una moto, venden un carro, y algunos han vendido hasta el apartamento», dijo el mandatario en un acto con jóvenes chavistas.

Esta forma de negación, encubre el conflicto y el dolor de una guerra política con graves consecuencias sociales en territorio venezolano y que se extiende a otros territorios. A través de esos argumentos forzados se intenta encubrir su nefasto y catastrófico gobierno. Mediante este mecanismo, quiere convencerse así mismo de aquello que no ha podido conseguir. La negación es una práctica muy recurrente en el entorno político, y tiene relación inversamente proporcional al nivel de instrucción y formación de las personas, así: a mayor instrucción, menor nivel de convencimiento.

En la tradición hegeliana la negación parece estar vinculada a una fuerza destructiva ejercida por un sujeto. En la realidad venezolana, la negación ofrece la posibilidad tanto de la crítica teórica como de la capacidad transformadora del mundo histórico político, así la negación se une al concepto de libertad. Pero, ¿tiene la negación cierto “poder” sobre lo real? Maduro ha dicho: «Las grandes mayorías están en Venezuela trabajando, estudiando, luchando. Es una minoría que se ha dejado sugestionar y ahora despierta de una pesadilla», cuando un total de 2,3 millones de venezolanos han huido del país desde 2014. ¿Habrá un momento en que se encuentra consigo mismo Maduro? ¿Cuántas veces ensayará las mentiras de sus asesores? ¿Cómo logra tanta desfachatez?