Fondo de cultura bien económico

Richard Salazar Medina

Hoy se habla solo de los venezolanos. El éxodo de hermanos de ese país por el totalitarismo corrupto, se ha desbordado y continuará. Y las políticas de nuestro Gobierno han sido reiterativamente erráticas. Otra política errática es la de la cultura, además con presupuesto pobre.

Lo propio pasa en la región. Brasil fue el domingo pasado víctima de la reiterativa negligencia que termina quemando la cultura. La pérdida total del Museo Nacional de Río, el más antiguo e importante de la región, es una tragedia. Más de 20 millones de piezas calcinadas. Luto. Vergüenza para sus autoridades.

Aquí tenemos al Museo Nacional que, tras más de dos años de cierre innecesario, reabrió sus puertas con nombre raro y copiado: MUNA. Sus salas no tienen pies ni cabeza y muchas piezas desaparecieron. No hay una sola Venus de Valdivia, ícono de la arqueología ecuatoriana, que demuestra la alta sofisticación de los más antiguos pueblos precolombinos.

Aunque desde hace once años tenemos Ministerio de Cultura, la oferta cultural ha ido perdiendo calidad. En los años 90 las propuestas eran de mejor nivel, producto de la autogestión de artistas e intelectuales autónomos. Las prácticas del actual ministerio son herencia del correísmo y continúan con una agenda clientelar y charlatana.

En esa misma línea, el Fondo de Cultura Económica, referente en Iberoamérica, inauguró el mes pasado la exposición “Diego y Frida”. La concurrencia fue copiosa, pero ver la exposición fue decepcionante: una serie de fotos impresas que cualquiera puede ver en internet. Se esperaba algo excepcional, cuando menos una carta, pero no; una tomadura de pelo.

Esto demuestra al menos tres cosas: existe público interesado en cultura; hay una escasa oferta cultural; y la política cultural del país es vaga y malgasta dinero, espacios y talento, que no falta. De eso se aprovechan también firmas de trascendencia como el Fondo, que montó una exposición simplona pero con gran alharaca, aprovechando la falta de opciones y la avidez del público. Me pregunto si en otros países se atreve a tan pedestre exhibición.

Ojalá las autoridades ecuatorianas den el giro necesario. Por cierto, también los mexicanos que dirigen las políticas de esta histórica firma. ¿Por qué en Ecuador debemos resignarnos a una mala oferta cultural y no exigimos políticas más consistentes?

[email protected]