¿Ministra o candidata?

Pablo Izquierdo

Un mensaje filtrado en las redes por el activista médico Carlos Figueroa, puso nuevamente en evidencia que la politiquería, el abuso de recursos, el hiperpersonalismo, el clientelismo y el condicionamiento a los empleados públicos, siguen impunes: “Compañeros mañana tenemos una actividad fuerte. Necesito que estén todos a las 7 y 30 en sus oficinas. Llevarán pancartas no institucionales de apoyo y camisetas fucsias de Saude”.

Saude, es el movimiento partidista fundado por Verónica Espinosa en el MSP ¿Para qué? Ni ella lo sabe, parece. Asomaron con ingentes recursos económicos apoyando el sí. Y desaparecieron. Ahora, en el relevo de guardia en Carondelet presidido por ella, tuvo una revelación: con dinero, poder, ambición y seguidores, seguro soñó: quiero ser presidenta. Bueno, o impresionar -arengada por los cientos de burócratas que fueron y no trabajaron- para que la dejen en el puesto los dos años y pico que quedan. Total, González hizo lo mismo en el IESS con Avanza.

Mientras en Dinamarca, la ministra de Salud, una prestigiosa investigadora científica llega sola en bicicleta a su trabajo y no tiene ningún privilegio. O en una Argentina en crisis, el ministerio de Salud va a ser eliminado y absorbido por el área Social. Aquí, no. Sigue el derroche del dinero público, la doble moral y la permisividad de los organismos de control. Los hospitales a la deriva.

Quienes son servidores públicos y trabajan con recursos del Estado tienen una doble responsabilidad. Ante los ciudadanos y ante la institucionalidad. Durante mucho tiempo, los funcionarios públicos entendieron que era lo mismo administrar los bienes propios que los del Estado. Creo que es necesario dar un paso más allá, y ofrecer una fuerte respuesta institucional y popular para cortar estos casos de cinismo y corrupción.

El presidente y los organismos de control, predicando con el ejemplo, tienen que poner un alto a estos abusos considerados normales. Que la Plaza Grande, símbolo libertario no siga siendo una caricatura del derroche, la infamia y el culto mediático al personalismo.

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