La semiótica de García Lorca

Rocío Silva

A propósito de conmemorarse los 82 años de la muerte de García Lorca, en esta columna se hace un análisis semiótico muy somero sobre la construcción de ciertos signos en su producción poética, que en ocasiones toman la forma de metáforas y en otras de imágenes sensoriales. Es menester señalar que el signo al estar en lugar de algo, su objeto, representa a este objeto no en todos sus aspectos, sino con referencia a una idea, y tiene mucho que ver con el contexto donde se elabora, y eso es motor primordial de la cultura.

Amor y pasión son dos de los temas recurrentes en la obra lorquiana. A partir de cuyos significantes, se enarbolan significados, que hacen que el lector de su poesía ubique sus saberes e historias mismas en el texto literario, sin que medie recelo alguno; lo cual genera una formalización de ideas, y eso es la semiótica.

Tal vez la omnipresente Luna, de sus versos en el Cante Jondo sean el signo de muerte, con una cara oculta que vuelve al erotismo un metal afilado, por el cual se deslizan: nardos y rosas, caballo y jinete, sangre y fuerza, tragedia y muerte, desgarro y venganza, y eso es una conciencia semiótica de la dualidad.

La enorme ciudad industrializada de Nueva York, acoge a Federico García Lorca en 1929, el ritmo de vida asfixiante de la gran metrópoli, desató el aparecimiento de su obra “Poeta en Nueva York”, en la que se quedaron impregnados los angustiados versos, forjados en un cúmulo de símbolos nuevos, diferentes a aquellos se generaron en los imaginarios de los gustos tradicionales, García Lorca transmuta y cambia su primera simbología tradicional a través de los matices propios, genuinos y vanguardistas, y eso es la connotación.

Compadre, caballo, casa, espejo, manta, acero, sábanas, pecho, garganta, rosas; son significantes que ubicados en el contexto de la Guerra Civil Española, subvierten la sencillez de su forma gramatical de sustantivos, para consolidarse en altaneros significados de imágenes metafóricas que calan en el alma de los lectores, y eso es la poesía.