Los parásitos intestinales son frecuentes en los niños

HIGIENE. La enseñanza de medidas de higiene contribuyen a evitar la parasitosis intestinal. (Foto: knowi.es)
HIGIENE. La enseñanza de medidas de higiene contribuyen a evitar la parasitosis intestinal. (Foto: knowi.es)

Los oxiuros, la giardia y los áscaris son los más comunes en infantes y en personas adultas.

Los parásitos que viven dentro del cuerpo humano, en el intestino, pueden causar problemas en la salud, como anemia, lento crecimiento, falta de atención, dificultades de aprendizaje, incapacidad de realizar actividades deportivas y más. Afectan sobre todo a la población que no tiene buenas costumbres de higiene o a quienes viven en lugares que carecen de servicios básicos.

En estos casos, amerita la desparasitación rutinaria, por lo menos una o dos veces al año, dependiendo de la zona donde se habite, como lugares con falta de agua potable, alcantarillado, manipulación, preparación y almacenamiento no adecuado de alimentos, manifiesta el pediatra Vinicio Andrade.

El profesional no está de acuerdo en desparasitar a todos de forma rutinaria, sobre todo en la población que no viva en lugares con factores de riesgo y que tenga buenas medidas de higiene.

El especialista aduce que estos animales siempre existirán en el organismo, pueden estar inactivos o “encapsulados”, sin causar problemas, y en otros casos estar activos y provocar dolencias.

Los síntomas dependerán del invasor y de la situación inmunitaria de la persona. Por ejemplo, afirmó, la giardia, que está en el duodeno, puede impedir la absorción de los alimentos y si hay muchos áscaris (lombrices), obstruyen el intestino. “No solo depende del número de parásitos, sino del lugar donde está, de su agresividad y sobre todo del nivel inmunitario del niño”, apuntó.

Frecuencia
El pediatra informa que los más comunes en la población de la Sierra son los protozoarios: giardia, lamblia, amebas, blastocystis y las lombrices, como los áscaris. Mientras que en la zona subtropical se presentan los conocidos como uncinarias, necator y tricocefalo. Aunque también existe el oxiuro, que es un poco más difícil de ubicarlo e identificarlo, pero se sabe que es el causante de infecciones vaginales en las niñas.

En cuanto a los signos, mencionó que dependerá del tipo de parásito. Así, cuando son lombrices, hay comezón en la nariz y el ano; cuando son protozoarios, lo frecuente es la diarrea, dolor abdominal y sangre en las heces.

Pero también se manifiesta en la falta de crecimiento físico y anemia, siendo esta última más común en la zona subtropical por la presencia de parásitos hematófagos que se alimentan de sangre. Y es la anemia la que provoca un bajo nivel de aprendizaje, sueño, falta de atención y palidez.

Problemas
Los parásitos perjudican diferentes partes del cuerpo. Los signos se pueden presentar en la piel, afectar al hígado o a los ojos, explica el médico. En relación a los invasores intestinales, como la giardia que vive en el suelo, en los alimentos y en el agua, producen mala absorción de alimentos y por lo tanto mal crecimiento. El anquilostoma, que está en la zona subtropical y se alimenta de sangre, provoca anemia, que afecta el crecimiento y el nivel cognitivo-aprendizaje.

El áscaris se encuentra en alimentos o bebidas contaminadas, puede afectar el crecimiento y la nutrición y muchas veces obstruyen el intestino, provocando problemas severos que llevan al quirófano, también llegan hasta la apéndice.

Andrade habla, asimismo, del strongyloides, un parásito que en su ciclo vital se mueve del intestino delgado hasta el pulmón y vuelve a regresar al intestino usando la tráquea. Puede producir nemonitis, una inflamación pulmonar. (CM)

Método de diagnóstico
° El examen de las heces en laboratorio, conocido como coproparasitario, es el método más común y generalmente se lo hace seriado, es decir por tres días seguidos, para encontrar parásitos que puedan dar problemas. Cuando se busca un determinado parásito, se realizan exámenes especiales, indica.

En cuanto al medicamento, precisa que existen, de una toma, hasta tratamientos de siete días que deben ser recetados para quienes realmente lo necesitan. Tienen factores de riesgo, porque “como cualquier antimicrobiano puede afectar, si el niño no está enfermo, a la flora o microbiota intestinal que defiende de infecciones y patologías inflamatorias”, manifestó el pediatra Vinicio Andrade.