Ética y política

Hace más de un año el presidente Moreno ofreció realizar una “cirugía mayor” contra la corrupción, pero los resultados de esta lucha siguen sin concretarse, pese a algunas acciones. Un expresidente que ataca y es atacado desde Bélgica, para defender su legado: una serie de atracos orquestados en su mandato, con un perjuicio de 36 mil millones de dólares para el estado, por los que deberá responder a la justicia tarde o temprano.

El exvicepresidente cumple su sentencia de seis años, que podría ser reducida por “buen comportamiento”, pues fue sentenciado por asociación ilícita, no por otros delitos donde se comprobó su responsabilidad. De los miles de millones desviados, no se recuperó ni un centavo y muchos peces gordos del correísmo aún siguen sueltos.

La corrupción sigue campante durante “el gobierno de todos”, con empresas privadas que establecieron (por influencias con el actual grupo de poder) verdaderos monopolios de provisión de bienes y servicios (seguros, flores, promoción y publicidad). Personajes de incierta reputación junto al mandatario, como la ministra de justicia o el asesor Santiago Cuesta, vinculado con uno de los empresarios que se benefició de los negocios petroleros del correísmo, Enrique Cadena.

La burocracia sigue llena de asesores y el gasto público que no se reduce donde se debe, eliminando empresas, superintendencias, servicios y secretarías creadas en el gobierno anterior y que funcionan sin justificar su razón de ser, elevando la brecha fiscal. Medidas como el aumento de la gasolina súper que generarán subida de precios en transacciones básicas. Propietarios de vehículos 4 x 4 los cargarán con extra o eco país.

Políticos sin modestia, como la viceprefecta del Azuay, quejándose que el prefecto le retiró vehículo, asesor, secretaria y conserje, por haberse desafiliado del grupo político al que pertenecía, como si la obligación de los contribuyentes fuese a mantener al funcionario con esas canonjías.

Un prefecto, el del Guayas, de discutida gestión, salpicada con denuncias de corrupción vinculadas a familiares y allegados, que busca, con posibilidades, ser el próximo alcalde de Guayaquil, apoyado por la familia que más daño hizo a esa ciudad: los Bucaram.

La ética política consiste en servir, no en servirse. Los hechos demuestran que quienes se dedican a la política buscan beneficios inmediatos para devolver favores a sus próximos. Así, el populismo muta y se vuelve más fuerte que antes, haciendo de la ética y de la política un sucio juego de beneficios personales.

[email protected]