Cuando se está lejos…

Rosalía Arteaga Serrano

Cuando se está lejos se siente más al país. Esto, que es un decir, se convierte en una certeza cuando contemplamos la euforia con la que se celebran las fiestas de agosto entre la muy grande y diversa comunidad ecuatoriana que vive, por ejemplo, en los Estados Unidos de Norteamérica.

Dentro de estas celebraciones ocupan lugar central los desfiles encabezados por las personas a las que se quiere homenajear con la designación de mariscales, con los carros alegóricos, con las bandas, la música y el entusiasmo con el que se agitan las banderas.

Pero también son importantes los festivales musicales con la presencia de decenas de artistas destacados, tanto de los que viven en las ciudades norteamericanas, como los que expresamente viajan desde el Ecuador para sumarse a las conmemoraciónes.

La gastronomía ocupa un lugar muy destacado, con su apelación a los recuerdos y a las nostalgias, que luego se comparten con los otros conciudadanos que seguramente piensan lo mismo. Se evocan los platillos que se preparaban por la abuela, de sabores iningualables, y que ahora se sazonan con algunas lágrimas pero también con la alegría propia de la fiesta.

Este último fin de semana asistí a la celebración anticipada del 10 de Agosto. Fui testigo y partícipe del sabor y el carácter que le imprimen los organizadores en la ciudad de Los Ángeles, donde se concentran algunas decenas de miles de compatriotas que emigraron en tiempos difíciles de la Patria y que, en buena parte, hicieron su vida en este gran país del Norte.

Compatriotas nuestros en tierras ajenas que no quieren perder sus raíces, su identidad, y por ello se concentraron y desfilaron. Sin que quepa duda alguna, son parte de lo que significa ser ecuatorianos.

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