Historia tormentosa

Andrés Pachano Arias

En la década de los sesenta del siglo pasado, en la ciudad entró en servicio el entonces Hospital Regional Docente Ambato, que en su momento fue un modelo y ejemplo de infraestructura hospitalaria y servicio público de salud en la nación; para la concreción de ese proyecto fue pilar fundamental el positivo ciudadano ambateño y excelente profesional doctor Julio Castillo.

Con el crecimiento de la población de nuestra provincia y la de la región central de la patria y, en sentido contrario, el estancamiento de su infraestructura y servicios que no crecieron conforme a la dinamia de la sociedad, que nunca fue al ritmo que la sociedad demandó, en años posteriores trocó su categoría original de Hospital Regional a Hospital Provincial, para luego ser conocido solo como Hospital Ambato.

Desde hace tiempo se sentía la necesidad de una modernización o una nueva infraestructura para el servicio público de este hospital; y … comenzó entonces un tormento que ha durado años ocupando publicaciones, divergencias y opiniones encontradas; desde la discusión de una remodelación de su planta física hasta la construcción de una nueva; desde la contratación de un nuevo proyecto con concurso de por medio (que fue dejado de lado), hasta la realización de otro proyecto; desde la expropiación de un hospital privado que luego fue devuelto, hasta la contratación de la construcción e inicio de sus trabajos y de por medio no sé cuántas ampliaciones del mismo.

No recuerdo el número de anuncios de fin de la construcción que se sucedieron en el ínterin de este tormento, seguro que fueron muchos, como tantas las “inauguraciones” según el vaivén político, la más notoria la realizada en vísperas del fin del anterior gobierno nacional cuando inauguraron, creo que el vestíbulo de ingreso con fachada incluida y pancartas de los equipos.

En estos días se ha suscrito el acta de entrega – recepción de las obras físicas (que desmiente inauguraciones pasadas) y se anuncia que la edificación ha entrado en un proceso de limpieza y desinfección (ojalá sea también proselitista), para en un perentorio plazo entrar en servicio.

Ojalá sea ya el fin de una historia tormentosa.