Escribir es aullar sin ruido

Mariana Velasco

Apuntarse al gimnasio, dejar de fumar, bajar de peso, ir más al cine… ¡y leer más! suelen ser algunos de los propósitos de año nuevo. No es momento de rendirse. Los libros aguardan, porque hay historias que enganchan, novelas que atrapan hasta llegar al final en todos los géneros y para todos los gustos. Leer es gimnasia cerebral, mantiene al cerebro en forma. De hecho, toda actividad mental estimulante, ayuda a que la mente sea saludable por décadas.

La lectura es una de las piedras angulares para la adquisición del conocimiento. Ella nos acompaña a lo largo de la vida para entender el mundo y todo lo que nos rodea, además de desplegar las alas de la inspiración e imaginación.

Leer es bueno. Necesario para mejorar, crecer y en algunos casos, encontrarnos. Leer libros permite cuestionar las cosas y la sociedad en la cual vivimos. No es sorpresa saber que en la época de Hitler, se quemaban libros. “Para destruir la cultura solo hay que hacer que las personas dejen de leer libros”, dijo Ray Bradbury, escritor estadounidense.

Llegó a mis manos ’Escribir’ de Marguerite Donnadieu (1995); conforme avanzaba en su lectura descubrí la soledad en compañía de palabras y recuerdos .Desconozco si hay una primera, segunda o tercera soledad, porque no se encuentra, se hace. Las soledades ratifican que escribir es también no hablar. Es callarse, es aullar sin ruido.

La autora me permitió dudar si los libros son o no libres. Parecería que a través de la escritura están fabricados, organizados, reglamentados como quien aguarda una revisión policial. Hay generaciones que hacen libros encantadores, sin autor, sin noches, sin silencio. Libros de un día, de viaje o entretenimiento, pero no los que se incrustan en el pensamiento.

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