El Chocó Andino de Pichincha, patrimonio diverso para visitar

Las cascadas, los bosques y la historia de un pueblo yumbo deleitan a los aventureros.

Ríos cristalinos, cascadas, bosques, aves, mamíferos y reptiles, varios de ellos únicos en el mundo, se encuentran en el Chocó Andino de Pichincha, con mayor influencia en las parroquias de Nono, Nanegalito, Nanegal, Pacto y Gualea.

Esta riqueza, que sirvió para que esa zona ecológica sea declarada, el pasado 25 de julio, como Reserva de Biósfera por la Unesco, convoca a turistas deseosos de recorrer senderos y acercarse a cada planta, árbol, río y observar cuanta ave pueda, porque el 30% del total de las registradas en el país viven allí. Además, constituye un verdadero campo de trabajo para los investigadores-científicos que siempre buscan algo por descubrir.

En esta misma zona se ha establecido el Corredor Ecológico del Oso Andino, de 65 mil hectáreas, donde, a través de cámaras trampa, se han identificado a más de 50 individuos, la mayoría de los cuales han sido vistos por la reserva privada Maquipucuna, donde abunda el pacchi o aguacatillo, que es parte de su dieta.

Pero estas tierras también fueron habitadas por los yumbos y de ellos existen vestigios como los culuncos, aquellos caminos que usaban para movilizarse y realizar actividades comerciales con poblaciones distantes a las suyas. Quienes quieren conocer más de este pueblo preinca acuden al Museo de Sitio y Centro Ceremonial Tulipe, en Nanegalito. Allí plasmaron sus conocimientos de arquitectura y geometría para honrar a sus dioses con ritos de purificación, iniciación, fertilidad y agradecimiento.

Fascinante recorrido
Para llegar a Nono se toma la Ecoruta Paseo del Quinde, que comienza en la avenida Occidental, al noroccidente de Quito. En esta parroquia, que está a 18 km y 45 minutos de la capital, se disfruta de la naturaleza en varias de las reservas privadas que se han dedicado a la conservación del bosque, donde destaca el Polylepis, el árbol de papel, fácil de identificar durante las caminatas por senderos que llevan a observar la variedad de colibríes como el zamarrito pechinegro, el ave emblemática de Quito. También es posible conocer las orquídeas, saber más de las bromelias, observar al gallo de la peña, entre otras actividades.

Las cabalgatas, el ciclismo de montaña y las caminatas son la mejor manera de conocer estas ricas y hermosas tierras, desde donde se puede ver al Guagua Pichincha.

EL DATO
El bosque del Chocó Andino de Pichincha tiene una extensión aproximada de 286 mil hectáreas.Desde Nono se sale a la vía Calacalí-La Independencia, para llegar a Nanegalito, que ha dejado de ser una zona de paso hacia la Costa. Actualmente, invita a disfrutar de sus bosques nubosos y de largos recorridos por los culuncos recuperados en medio del bosque.

Uno de esos caminos ancestrales, que eran utilizados por los yumbos para comercializar sus productos entre la Sierra y la Costa, se encuentra en el sector de La Armenia.

Desde este sitio se emprende un recorrido que dura dos horas y se interna en el corazón del bosque, pasa por la cascada Chorrera y termina en un trapiche, en el cual se conoce el proceso que toma hacer el guarapo y se disfruta de un refrescante jugo de caña.

A 20 minutos de Nanegalito se llega a Nanegal, que da la bienvenida con un pequeño y colorido parque central, por las plantas y las flores que lo adornan. Sus habitantes recomiendan visitar la cascada La Piragua.

Por otros senderos se admiran mariposas y aves, se escucha a los guías hablar de la fauna silvestre e investigaciones científicas; se exploran restos arqueológicos, se disfruta de cabalgatas y baños en los ríos. En el centro del poblado hay un museo con lanzas, piedras para moler, hachas y vasijas ceremoniales del pueblo Yumbo, que fueron encontradas por los habitantes cuando construían sus viviendas.

Parroquias mágicas
Desde Nanegalito se sigue la vía a La Independencia, hasta la Y que conduce a Pacto, otra de las parroquias que forman parte de la Mancomunidad del Chocó Andino de Pichincha. A esta zona se la ha calificado como mágica, pues cuenta con los ríos Chirapi, Pishashi, Pachijal y Mashpi; sus ocho cascadas, los petroglifos, los culuncos y los bosques protegidos por reservas privadas. La mayoría de la población se ha dedicado al cultivo de caña de azúcar y la elaboración de la panela, así como a la cría de ganado, pero en los últimos años se han interesado en fomentar el turismo comunitario. La siguiente parada es en Gualea, lugar en el que los ríos y las cascadas continúan siendo un gran atractivo, así como los culuncos y un museo que recoge piezas arqueológicas de los yumbos.

Pero en esta parroquia también hay aguas termales y artesanos que aprovechan la madera recogida del bosque para destacar figuras y objetos hechos con tagua, que se produce en la zona. Sus habitantes también se dedican al cultivo, la ganadería y la producción de leche.

Por lo contado, las poblaciones del noroccidente de Pichincha, que cuentan con hospedaje adecuado, restaurantes, carreteras en buen estado, son sitios para disfrutar en familia. (CM)

Detalles

Sobre el destino

° El Chocó es de gran importancia por la biodiversidad que alberga y los servicios ambientales (agua, alimentos, áreas de esparcimiento) que proporciona a las comunidades.

° Cuenta con más de 20 ecosistemas que reúnen bosques tropical lluvioso bajo, nublado, andino, montano alto y parte de páramo.

° Es el hogar de especies emblemáticas como el oso de anteojos, el zamarrito pechinegro, el gallo de la peña las nutrias, los colibríes y más.

° En esta zona se han redescubierto especies que se creían extintas, como la lagartija Pinocho (Anolis proboscis), descrita nuevamente en 2013. También está el mamífero olingo neblina.