La cámara

Patricio Durán

Hay un pensamiento que dice así: “La vida es como una cámara fotográfica: solo enfócate en lo que es importante, captura los buenos momentos, saca de lo negativo un aprendizaje revelado, y si las cosas no salen como deseabas, intenta una nueva toma”.

Actualmente, la cámara ha sido destronada por el teléfono celular, aquel dispositivo de pequeño tamaño, que se ha convertido en parte sustancial de nuestra vida, tanto así que si lo olvidamos constituye una pequeña tragedia, nos sentimos desnudos sin este aparato, más aún si tenemos mensajes o fotografías comprometedoras para nuestra imagen y seguridad.

Un celular grabando o tomando fotos puede constituirse en un instrumento muy útil cuando plasma un acontecimiento importante. Tal vez la fotografía no puede cambiar la realidad, pero si puede mostrarla para la posteridad. También el celular puede convertirse en una arma poderosa y peligrosa cuando quien lo utiliza toma fotografías comprometedoras, que violan la intimidad de las personas y luego proceden a chantajearlas. Estos “paparazzi” que tienen una conducta de fisgón, entrometido y sin escrúpulos, quieren sacar provecho económico o de otra índole.

Hemos visto a personas grabando, celular en mano, accidentes, a gente que se ahoga, incluso hay un video de un asesinato. También hay quienes, imbuidos por el poder momentáneo que les confiere una cámara, intentan juzgar la actuación de sus semejantes. Esto ocurrió con un video en un mercado de Ambato en el que, supuestamente, un policía municipal agrede a un indígena que está vendiendo sus productos.

Un acucioso ciudadano subió un video a las redes sociales sin percatarse del daño que causa al policía que cumple con su trabajo y ahora se encuentra a punto de perderlo y posiblemente ser enjuiciado penalmente por algo que, en el video, no se ve que ha cometido.