Jueces y fiscales

Eduardo Naranjo

Los intentos de ordenar y hacer justa a la sociedad inspiraron a los primeros pensadores a buscar sistemas, sin embargo, han transcurrido al menos 26 siglos de civilización y no se llega a la meta buscada. La creación de mecanismos de justicia pasó de la crueldad a la bondad, pero nunca encontraron la perfección, lo que parece indicar que la falla está en la naturaleza del humano que sigue siendo prisionero de sus pasiones.

En nuestro escenario tenemos una muestra de estas debilidades, la “justicia” se acomoda a las circunstancias y con leyes que no son perfectas se permiten quiebres inusitados dando un espectáculo incomprensible para la masa de espectadores.

La norma legal busca en lo posible determinar límites generales a las acciones y relaciones de la gente. Debido a que el lenguaje tiende a ser connotativo, es decir, potencialmente variable en su desciframiento, lleva en si la posibilidad de errores cuando los jueces y fiscales que la interpretan pueden darle giros insólitos. Son ellos los que deben tratar de perfeccionar el uso del derecho y no aprovecharlo en su beneficio haciendo de villanos héroes y a la inversa a otros convertirlos en malandrines.

Las oscuras maniobras políticas no pueden tener cabida en el sistema legal de ninguna manera, sin embargo, en los últimos tiempos hay dictámenes sorprendentes, jueces y fiscales actúan como más les es conveniente antes que impartiendo justicia, claro es un hecho mundial, Brasil no puede ser peor y ocurre en la gran parte del globo donde no hay funcionarios probos, valientes y justos. La subjetividad y deshonestidad son el peor camino para tomar decisiones en el ámbito de la justicia, sumado a esto presiones e intereses de todo orden nunca alcanzaremos un sistema justo, creíble y confiable.

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