Mamá antes de tiempo

Pablo Izquierdo Pinos

Los números no alcanzan para explicar un fenómeno tan complejo como el de los embarazos adolescentes. En Ecuador, los porcentajes de madres menores de edad varían, registrándose las cifras más altas en Guayas, Pichincha, Manabí, Los Ríos y Esmeraldas. En los últimos diez años, el incremento de partos de adolescentes de entre 10 y 14 años fue del 78%. Pero, la inequidad (tanto material como de educación) no es el único factor que interviene en esta desgracia, ya que se registran casos en las clases bajas, medias y altas.

El drama se vuelve brutal si miramos la realidad regional. Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en América Latina uno de cada cuatro niños nace de una madre adolescente que, por lo general, es pobre. El informe es revelador y no duda en señalar que los embarazos en menores de 15 años son producto, en la mayor parte de los casos, de violaciones, muchas de ellas ocurridas dentro de la propia familia.

Las menores de 16 años corren un riesgo de defunción materna cuatro veces más alto que las madres de 20 a 30 años. La tasa de mortalidad de sus neonatos se acerca a ser un 50% mayor al resto. Así lo explican desde el programa de Reducción de los riesgos del embarazo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), donde recomiendan que las jóvenes grávidas reciban atención física y psicológica especial durante el embarazo, parto y puerperio. Esto es esencial para preservar la salud de ellas y los bebés.

En cuanto a los costos económicos generados por falta de prevención del embarazo adolescente, mortalidad materna, aborto inseguro y complicaciones obstétricas, la factura es onerosa: 472 millones de dólares gastó el país solo el 2015. Si hubiésemos prevenido, la inversión apenas alcanzaría los 27 millones de dólares, es decir 17 veces menos. Violencia, en distintas manifestaciones, es lo que sufren estas niñas que llevan un pequeño en sus vientres. ¿Cuál es el deber de la sociedad y el Estado para con ellas? ¿Cómo acompañarlas sin señalarlas? ¿Cómo no traspasar esa mirada discriminadora al bebé por nacer?

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