La ciudad que se levanta entre escombros, memoria y silencio

COMPOSICIÓN. Objetos hallados en Bahía de Caráquez, tras el terremoto de 2016, son el pretexto poético de esta obra.
COMPOSICIÓN. Objetos hallados en Bahía de Caráquez, tras el terremoto de 2016, son el pretexto poético de esta obra.
COMPOSICIÓN. Objetos hallados en Bahía de Caráquez, tras el terremoto de 2016, son el pretexto poético de esta obra.
COMPOSICIÓN. Objetos hallados en Bahía de Caráquez, tras el terremoto de 2016, son el pretexto poético de esta obra.

“…limas, umbrales, atlas, copas, clavos,/ciegas y extrañamente sigilosas!/ Durarán más allá de nuestro olvido;/ no sabrán nunca que nos hemos ido”. Estos versos de Jorge Luis Borges dialogan con una pregunta capital escrita a lápiz en una de las paredes de la galería Khôra: “¿cuál es la fuerza aleatoria que elige lo que queda?”.

Alrededor de aquella pregunta aletea el silencio. Silencio que emana de grietas, sillas rotas y cajones que perdieron a su cajonera. Y entre restos de concreto y una silueta de Bahía de Caráquez sobre el muro blanco se levanta la instalación ‘Buscamos en el silencio de las cosas’, de Giulianna Zambrano.

La obra es una urdimbre de memoria y materia. Una trama de historias particulares y colectivas que, tras el terremoto del 16 de abril de 2016, se tejen a partir de objetos hallados entre cerros de escombros. Un candado oxidado pero abierto, una olla atachada, el plato sobreviviente de una vajilla de cristal tinturado de violeta. Los pies de un Cristo de la Misericordia que sucumbió junto con el hotel Italia. Los comprobantes de pago a Pacifictel, girados en sucres desde el Filanbanco. Los ductos de electricidad, todavía con costras de hormigón, de alguna casa de lo que fue el barrio San Roque. La carcasa del control remoto del aire acondicionado. Y marcos de ventana de buena madera…

La recolección de objetos ocurrió entre agosto y septiembre de 2017. Zambrano los conjuga sobre una idea: cómo construir sobre lo que queda. Esa mirada apuntala un concepto mayor: resiliencia. De hecho, la misma puesta en escena aporta una atmósfera poética sobre la pérdida, la ausencia, la desintegración, el desplazamiento. Y en el montaje, un recurso reitera esa intención: varias fotografías en blanco y negro, tipo Polaroid, son el soporte de un mensaje colectivo: “Empezar de 0”, escrito a puño y letra temblorosa de quienes sobrevivieron a la catástrofe.

En el espacio de Khôra, la mirada se enfrenta inicialmente a un muro con 20 fotografías de los objetos más evocativos de la búsqueda de la autora en Bahía de Caráquez. En la pared lateral izquierda, un paisaje etéreo, casi fantasmal. El perfil de la ciudad manabita, dibujado a lápiz sirve de base para una composición con otros objetos suspendidos en la superficie blanca. Y al pie, un par de maletas, una silla y un lavaplatos forman un altar de vida, pues sobre esta estructura de piedrecillas y cemento crece una planta indestructible: la lengua de suegra.

Un breve documental complemente la propuesta, pues recrea la tarea de Zambrano: la de bucear entre camiones de cascajo para hallar un atisbo de memoria familiar. “¿Cuántos camioncitos son una casa?”, se pregunta la autora mientras la cámara descansa sobre lomas de guijarros.

‘Buscamos en el silencio de las cosas’ es, por ende, un vértice de lenguajes. Así, Juan José Alomía y Sebastián Benalcázar se encargaron de fotografiar los objetos hallados. Las imágenes Polaroid son de Isadora Romero y Misha Vallejo. Cristina Yépez dibujó el perfil de Bahía. Daniel Llanos realizó el documental. Y María del Carmen Ordóñez y Nicolás Saavedra se encargaron del montaje.

La muestra estará abierta hasta el 25, entre 08:00 y 20:00. Khôra se ubica en la González Suárez y Caamaño, en la parte posterior de Hansel y Gretel. (IFP)