Primero los nuestros

Pablo Izquierdo Pinos

La falta de fuentes de trabajo es un problema socioeconómico grave para la mayoría de jóvenes médicos. Con el pretexto de que la Salud es un área sensible, los contratos ocasionales se manejaron de forma irresponsable y clientelar, beneficiando a dos administrativos por cada médico (relación inversa del indicador normal). De los 541.000 servidores públicos, solo el Ministerio de Salud tiene 82.000 personas en nómina, apenas la tercera parte personal sanitario: médicos, enfermeras, odontólogos, sicólogos…

Más de 3.500 médicos concluyen “la rural” y buscan un posgrado de especialidad. Por la poca oferta, un 85% queda afuera y anda a la caza de un trabajo como médico general en hospitales estatales. Las vacantes de especialistas fueron copadas la mayoría por médicos cubanos. Los puestos de generalistas, ahora están siendo tomados por galenos venezolanos, especialmente por médicos “exprés”, que son médicos integrales comunitarios formados a través de tutoriales. Nunca hicieron prácticas hospitalarias, son expertos en revolución y socialismo del siglo XXI. Ecuador homologa, no investiga.

Ni el Ejecutivo ni el Ministerio de Trabajo, peor la autoridad sanitaria, logran garantizar el trabajo, primero para los nuestros. Solo tienen que copiar las normativas que protegen el trabajo de los médicos en Argentina, Chile, Uruguay, Brasil, Perú y Colombia. En Ecuador “el médico es el lobo del médico”: la indiferencia, la anomia y la falta de solidaridad llevan a que nuestros propios colegas, respaldados por ciertas autoridades, presionan e interceden por el contrato de médicos foráneos, en lugar de los nuestros. La formación, la inversión: perdidas.

Hay falta de ciertos especialistas, pero sobran médicos generales. Propongo que el Gobierno declare una moratoria de 10 años, hasta que nuestros jóvenes médicos obtengan esas especialidades. Que no sean ocupadas con nombramientos definitivos por médicos extranjeros. Que ningún puesto de médico general, bajo ninguna excepción, sea ocupado por un medico foráneo en detrimento de un joven ecuatoriano y su familia. No es xenofobia, ni discriminación, es sentido común.

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