La feria de la Salud

Pablo Izquierdo Pinos

Ecuador ingresó en una verdadera zona de riesgo en el campo de la salud, que pone en juego un bien fundamental para el país y cada uno de sus ciudadanos: el capital biológico para una vida digna. Dignidad es atender a con “calidad”. “Calidez” es un invento que no existe en Salud Pública y que solo los ignorantes usan. A pesar de los 17 mil millones de dólares que se feriaron, la situación es crítica. El problema radica en haber “gastado” en áreas y sectores que no exhiben una correspondencia en producción de servicios de salud.

La mayoría de hospitales tienen equipos “prestados o en comodato” por grandes corporaciones para análisis de sangre, placas radiográficas, ecografías, mamografías, etc. No lo hacen por altruismo, solidaridad o caridad. Es un negocio bien rentable: quienes acudimos a los hospitales públicos a través de impuestos lo pagamos. Hay que comprarles reactivos, películas, casetes de revelados de Rx. Si no, se llevan los equipos. Esas compras equivalen en algunos casos a adquirir un equipo “prestado” por año. Me compras, te presto.

Con los años se conformó un verdadero “asistema” de salud. Sus rasgos principales son la irracionalidad, la dependencia, la fragmentación, el deterioro de la capacidad de gestión, la ausencia de una interacción armónica de sus componentes y de una planificación estratégica que integre los recursos y responda a una lógica sanitaria nacional. Esas maniobras dejaron al paciente como un objeto y la medicina como una mercancía.

La salud impone la adopción de criterios sustentados en una concepción médica distinta, que parta de nuestro mapa sanitario y se base en evidencia científica, en una nueva ingeniería financiera y en nuevas técnicas de gestión. Es aberrante que sigamos comprando medicamentos por el “histórico”, llenando “matrices en Excel” y enviando especialistas de postgrado a pueblitos remotos, por el doble de tiempo que tomó su carrera.

Me limito a creer que el Presidente de la República conoce el caos sanitario que se vive. Evitar errores a partir de la experiencia resulta una muestra de madurez, pero por alguna razón a los ecuatorianos nos cuesta aprovechar las lecciones aprendidas.

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