Nunca Entendí

PATRICIO CÓRDOVA CEPEDA

La corrupción no es de ayer ni es de ahora, siempre ha estado presente de manera lamentable en la administración pública del país y también en fortunas dudosas y acaparamiento de familias particulares; como que la codicia, el obtener dinero a toda costa, se hizo pan nuestro de cada día para autoridades y ciertas personas que no reparan en nada y que además no tienen vergüenza de nada.

Nunca entendí a aquellos ciudadanos que exclusivamente en su calculadora tienen dos operaciones aritméticas: sumar y multiplicar. Más y más dinero, como meta de vida material para qué, por qué, qué logran con ello, solucionan así sus temas de felicidad o esos ambientes les transporta a situaciones que no quiero ni siquiera imaginar. Realmente no comprendo qué es lo que hay en las mentes y corazones de esa gente y es justamente la que pregona honestidad, igualdad, libertad, justicia, equidad, solidaridad, se dan golpes de pecho hablando de caridad y creen que con nombrar a Dios y persignarse tienen la salvación divina.

En política electoral es triste ver y constatar un sinnúmero de candidatos y partidos políticos que invierten sumas ingentes de dinero para obtener simpatía popular y el voto, entregan regalos, balones de fútbol, licor, bandas de reinas, quintales de arroz y de cemento, aportan para la fiesta del barrio o la parroquia, además ofrecen toda obra y servicio sin medirse en propuestas y en el financiamiento necesario. Ya de autoridades se convierten en una especie de Polo Baquerizo “agarra lo que puedas”, recuperan lo invertido, suman y multiplican. “Lindo” negocio. Luego cuando son acusados por el pueblo piden pruebas, como si la corrupción se cometiera dejando comprobantes o recibos notariados. Pobres nuevos ricos. Pobreza espiritual en mayúsculas.