¿Utopía educativa?

Fabián Cueva Jimenez

El presupuesto “invertido” en educación en los últimos 10 años fue de 40 mil millones de dólares, importante, no suficiente, con magros resultados. El nivel académico medido (Ineval) fue a los bachilleres, mediante pruebas a la culminación de sus estudios: 2015, 2016 y 2017 con indicadores: tipos de instituciones (públicas, fisco misionales y particulares), número de evaluados, puntajes para ingreso a las universidades, localización provincial y local.

Entre las 100 primeros colegios estuvieron: 16 públicos en 2015, 4 en el 2016 y 6 en el 2017, lo que confirma aparentemente ese estereotipo divulgado en el mundo: la educación privada es mejor que la pública.

La preocupación, en 2017, evaluados 3376 colegios, fueron 1910 fiscales, 1105 particulares, 326 fisco misionales y 35 municipales y el detalle, una brecha enorme entre los públicos que atienden a la mayor parte de la población, pobre y parte de clase media; y, los privados en su mayoría de élite.

La diferencia en los resultados es lógica, la privada tiene ventajas, mejor: infraestructura, equipamiento, nivel socio económico, también pago de pensiones, horarios más amplios, número limitado de estudiantes, involucramiento de las familias con mejor nivel educativo, administración autónoma, financiamiento particular, diversas opciones con valores propios, becas, libertad académica; mientras que la pública, de servicio común, financiada por impuestos estatales, superpoblada, de carácter laico, de poca participación ciudadana y además, politizada en administrativos y docentes.

La brecha educativa nacional es sustancial y profunda, es el reflejo de las condiciones socio-económico-culturales que no son fáciles de resolver. Es la utopía educativa a procurarla, con voluntad política, antes que se agriete más.

Los recursos deben ser bien empleados, no para burocracia educativa, si para desarrollar proyectos, no para imitar bachilleratos sin las mínimas condiciones, si para tener claro, que el Estado tiene la obligación de educar a los más necesitados.

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