La seguridad

Andrés Pachano

Percepción más recurrente de la ciudadanía y que refleja su preocupación, es la que tiene que ver con la seguridad.

Hay recelo en la sociedad y eso ha cambiado hábitos y costumbres arraigadas, un ejemplo es ver el progresivo blindaje de comercios y domicilios, manifestado en rejas que afean sus fachadas y alarmas que cada vez demuestran su poca efectividad, efecto más visible en aquellos sectores que endémicamente han soportado esta forma de violencia social. Otra forma visible del temor se manifiesta en el cierre de locales comerciales a horas inusuales para un cercano pasado; recordemos que una característica de la sociedad ambateña, comercial y pujante, era (lo pongo en pretérito) el abrir sus negocios hasta los alrededores de las ocho de la noche; más hoy, usted verá en cualquier día a esa hora, una mayoría de negocios cerrados y ya sin el tráfago incesante de su gente en las calles; sus veredas que antes bullían, hoy se las ve con menos transeúntes.

Antes, y no es mucho tiempo, una de las cosas más gratas era el caminar entre la gente, en las calles de la ciudad en horas de la noche; nos han cambiado esos cálidos hábitos de la existencia ciudadana.

Los controles que agentes del orden realizan, como que no aplacan el sentimiento de inseguridad; muchos nos hemos sometido a esos operativos recurrentes montados en la ciudad, en el que se controla el porte de licencia de conducir, matricula vehicular, cédula de ciudadanía y armas. Controles que, aparte del dirigido a la tenencia de armas de fuego y el de la revisión de la inexistencia de una boleta de apremio (orden de captura decíamos antes de esta época post moderna que inauguró nueva y antipática jerga), no están pues precisamente orientados al control de la delincuencia, sino más bien al circular en el tránsito con los documentos en orden, no otra cosa. Controles que más bien parecen la aspiración de una sociedad Orwelliana de ciudadanos sometidos, amedrentados, antes que un esfuerzo serio de lucha contra la criminalidad; a ella primero se la combate y controla desde las estructuras de los Estados.

Es un imperativo recuperar la confianza ciudadana, devolverle al ser su seguridad, su vivir en paz.