Cosificación

Miguel Ángel Rengifo Robayo

Nuevamente me asalta el rubor el admirar atónito como a través de lo cotidiano se “cosifican” mitos y decires exagerando al compás de lo monótono el ejercicio de lo público: ¡qué desmemoria!; para mi generación la figura de Don Rafael Cajiao Enríquez era el referente del burgomaestre que buscó un canon del personaje público más popular en la escena política del siglo XX en la región, no tuvo participación de elección popular es decir, sufragio, mereció el cargo de dirigir el cantón por designación, lo desempeñado y sus intereses han merecido el inicio de consagración de la madurez física urbana de la ciudad como la conocemos ahora, esa por pura verdad sería el límite.

Fue escéptico con muchas líneas de la gestión pública, su principal preocupación fueron la movilidad, el desarrollo urbano como lo sucedía en el país, que aún se mantienen algunas coyunturas necesarias de comprender como poco a poco vivimos los momentos de la historia nacional. Hay que interesarse de lleno de conocer bien lo que referimos entorno a la figura de Cajiao.

Aspirar al “sillón de Cajiao” es desde ese pronunciamiento afirmar el mito –no es una herejía o un contrapunto- más bien siendo justos sería señalar lo consecuente de acuerdo a la historia, como dice el decir bíblico, incluso, “al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”, no podemos a nuestras anchas por desconocimiento re-afirmar y maximizar a ultranza desmereciendo todo lo hecho en el antes y en el después de este periodo.

Dos textos imprescindibles de esta reflexión, casi más personal, no en balde merecen revisarse con la misma urgencia para disipar este entendimiento de cosificación de la administración y gobernabilidad de un cantón como el nuestro, y se aplica desde los títulos como: Casi un objeto” es un libro de José Saramago que se conforma de seis relatos distintos, todos ellos con la temática del declive de algún poder; y La silla del Águila de Carlos Fuentes, que expone la visión negativa de la política mexicana, la idea de retorno incesante de las situaciones, el poder corruptor, incluso cierta tendencia al uso de símbolos, y cosificar a su máxima expresión como fin justificable, como meta definida una silla: como si aquí la silla fuera una propiedad de Cajiao y éste a su vez sinónimo de poder.