Los espías

Eduardo Naranjo Cruz

Más allá de la atracción fantasiosa que sugieren estos personajes en la sociedad, mitificados por la literatura y el cine, en realidad quienes realizan estas actividades son escogidos por su codicia y ausencia de principios, su misión es traicionar a unos en favor de otros, intrigar, crear falsos escenarios y promover caos.

Los espías vienen desde las antiguas civilizaciones, siendo de utilidad para las estructuras de poder, a las que permiten anticipar que traman aquellos a los que tienen por “enemigos”, razón por la que, ese tipo de misiones subterráneas están presentes en toda clase de gobiernos.

Los sistemas de espionaje generan un “mundo imaginario”, donde emergen héroes y villanos. Las “agencias” patrocinan guiones de cine cuidadosamente estudiados, con el fin de crear temor en la sociedad vigilada.

Estas organizaciones reclutan informantes en diferentes niveles, desde simples soplones a profesionales y altos cargos políticos. El espionaje recluta gente entre militares, policías, maestros, curas, periodistas, estos últimos porque siempre están cerca de los políticos y a través de ellos pueden obtener datos o filtrar información falsa o tendenciosa.

Ahora con la tecnología todos pueden ser investigados, en las redes promueven “fake news” (noticias falsas), para lograr sus objetivos perversos. Operan con gigantescos presupuestos para operaciones de soborno, compra de información, movilidad, corrupción, etc.

El primer nivel son gente con alto grado de conocimiento académico, nula moral y sin límites para la crueldad. Están dispuestos para, en su momento, vender a quien sea y están protegidos en sus acciones de tortura y muerte, por eso los estados más poderosos invierten enormes sumas en estas oscuras organizaciones que son útiles para manipular y someter sociedades completas.

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