Dejemos de obstaculizar

Dejemos la hipocresía. Nos aterramos y sancionamos moralmente la práctica de Facebook y Cambridge Analytica, pero somos peores que ellos. Cuando hay un accidente el tránsito se dificulta no por el propio suceso, sino por los curiosos que disminuyen la velocidad para tomar fotos, para enterarse y no hacer nada. Entorpecen el flujo y acrecientgan el morbo.

Cuando alguna persona da un traspié y cae en la vía pública, la risa es lo primero que nace y no el impulso de ser útil. Lo hacemos en redes, aunque sea en la más pequeña: el grupo de Whatsapp de la familia, donde la autoridad se desdibuja por su morbo, por echar la culpa a alguien. Dejan de ser racionales y pasan a ser masa informe.

Cuánto se pidió durante los pasados días miércoles y jueves que no ayudemos a acrecentar el desconcierto, la incertidumbre y el morbo con la difusión del comunicado y de las fotografías sobre el secuestro del grupo periodístico ecuatoriano.

Cuánto se dijo en las propias redes que el apoyo tiene que ser moral, emocional y no de hechos fuera de lugar. La fotografía de un cuerpo, a la final, es trofeo de guerra. Pasarla en Facebook, en Telegram o en Twitter fue la misma acción triunfalista de mostrar a Bin Laden y a Gadafi luego del linchamiento.

Cuánto hemos dicho que las fotografías de la intimidad son eso, espacios privados de la persona donde el otro no debe transgredir. La circulación de estas fotografías es una agresión al dolor y ayuda al grupo delincuencial a debilitarnos como sociedad, porque el miedo nos invade.

Pensemos que esas fotografías no son de terceros, sino nuestras, que son imágenes propias. Pasamos a ser trofeos de guerra para quien causa el dolor, entramos en su juego y lo ayudamos. Dejemos de obstaculizar cualquier vía, que ayuda solo a los violentos.

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