Soñadores y no violencia

Varias generaciones recordaron esta semana el 50 aniversario de la muerte de Martin Luther King, uno de los hombres emblemáticos de los Estados Unidos, un referente mundial en la lucha por los derechos civiles. Este soñador vive en una poderosa filosofía de amor y acción política: la no violencia activa.

Nunca infundió odio ni se manchó con la sangre o el sufrimiento de sus adversarios, no los enlodó o lastimó. Luchó limpiamente, como los verdaderos valientes y héroes. Se pueden visitar su vida y frases célebres. “Yo tengo un sueño” es uno de sus históricos discursos.

De los transformadores y pacifistas forjadores de unidad es de quienes debemos aprender. La paz herida en la frontera norte provocó el repudio generalizado por el sufrimiento de muchas familias. La Conferencia Episcopal pide considerar el canje para los periodistas secuestrados; el país entero exige soluciones sabias.

Muchos creímos que la transformación no tenía por qué ser la guerra y nunca optamos por hechos de violencia que nos manchasen con víctimas inocentes. Varios movimientos sociales se formaron con ese nuevo ideal de lucha pacífica por los derechos y la democracia participativa.

Los hechos hablan sobre desempleo y crisis, la extinción sin precedentes de varias especies o el patrimonio histórico y arqueológico agredido, según denuncian el periodista Martín Pallares y el político Diego Delgado.

Frente a escenarios nefastos, los soñadores y constructores son los líderes pacifistas, las familias honestas, las voluntades que quieren cuidar el Corredor Biológico Marino del Pacífico, las comunidades y pueblos originarios que luchan por prácticas sustentables para su supervivencia, las ‘mipymes’ que dan empleo, formas de lucha como la honestidad, el amor, el trabajo, la justicia y la paz.

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