Destrabar y trabajar en serio

Fabián Cueva Jimenez

La renuncia forzada a la Presidencia de la Comisión de Educación de la Asamblea Nacional, del también exministro de Educación del gobierno anterior, produjo descaradas y condenables declaraciones, dijo que lo hacía para destrabar y trabajar en serio. En noviembre de 2016, bajo el título ‘Participación social, una falacia’, escribí sobre la necesidad de estructurar el Consejo Nacional de Educación. No hubo respuesta.

La nueva administración educativa tampoco trabaja en el tema, siendo un aspecto del que depende la calidad de la educación, confirmando que: “nada tarda tanto en llegar como lo que nunca se empieza”.

La LOEI (Art. 23) ordena como prioridad la actividad del Consejo Nacional de Educación desde hace siete años; no hay voluntad política, tampoco claridad en la gestión y peor, toma de decisiones. Avizoramos juicios políticos, con la consiguiente búsqueda de amparos partidistas con las infaltables componendas misteriosas.

Son claras las funciones del Consejo Nacional de Educación: primero, participar en la elaboración y aprobación del Plan Nacional de Educación, acción ya cumplida fuera de la normativa y luego, ser órgano de consulta permanente.

Por honradez el Ministro de Educación, garante de los derechos constitucionales en su ámbito, debe pronunciarse; el Cpccs-t-T debe preparar los mecanismos inherentes a su función y el CNE comprometerse a designar a los representantes ante el Consejo de municipalidades, gobiernos parroquiales, magisterio público y privado, organizaciones estudiantiles, padres de familia, Sistema de Educación Intercultural Bilingüe, pueblos y nacionalidades indígenas, montuvios y afroecuatorianos.

Ante la negligencia, solo queda insistir y exigir.

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