Plazas versus mercados

Rocío Silva

Vender, comprar, competir, negociar, luchar, pasear, renegar, comer, recordar, reencontrar, remontar, vivir y otra vez vivir, verbos que nos remiten a acciones completamente mortales y cotidianas que de una u otra manera asociamos o de plano invocamos cuando estamos en una plaza en los días de feria en Ambato

La feria se presenta como un gran cuerpo geométrico con miles de facetas y de ángulos. Ella es un escenario donde cumplen su papel protagónico el comercio, los pequeños poderes, las múltiples instituciones, grandes y prácticos saberes, así como un importante número de personas de todo tipo y jerarquía. Dentro de sus coordenadas espacio temporales, algunos lucran y comercian, otros presionan y obligan, pero para todos, absolutamente para todos, la feria también significa algo.

Entender entonces esos significados, es meterse de cabeza en el terreno del análisis de la cultura. Nuestro asunto se torna un poco más complicado si tratamos de fijarnos en la interpretación de procesos culturales de estos tan criticados tiempos. Una revisión nos hará comprobar cómo la gran mayoría de los estudios que han versado sobre «lo comercial» han enfocado sus miras casi exclusivamente sobre vendedores autónomos o informales a quienes hay que reprimir, normar y contrarrestar a toda costa

En efecto, todos los seres humanos nos construimos una representación de nuestro accionar y estar por el mundo, pero precisamente debido a las desigualdades de poder y de clase, con dificultad nuestras distintas interpretaciones de la realidad pueden coexistir armoniosa y amablemente con las de otros agentes de posiciones distintas y desniveladas respecto a la nuestra. Así que no bastan construir mercados en vez de plazas, ahí están Mercados como el Colón, América, Urbina, abandonados.

Por tanto un llamado a los ediles sería, que para elaborar una interpretación densa de esta compleja relación entre los universos imaginativos, los esquemas clasificatorios y las marañas de la desigualdad social, resulta inútil operar con el concepto de “condiciones adecuadas para los comerciantes”, lo cual no ayudará a volver inteligible a la sociedad desde un punto de vista que focaliza sobre la actividad social de la plaza.