Hastío

MARÍA LUISA GÓMEZ DE LA TORRE GÓMEZ DE ESPAÑA

Amables lectores, no es mi criterio cansarlos pero es el BOOM que vivimos los ecuatorianos con tantos andariveles y mañoserías perpetradas por quienes menos se pensaba. Pero, como dice el dicho “tanto soporta el cántaro hasta que el agua se derrama y salpica prontamente”. Un nuevo personaje con suma frontalidad realizó su exposición en medios televisivos y la prensa enfocó y resumió parte de su intervención que fue muy explícita y oportuna en medio del caos corruptivo que nos toca escuchar y vivir diariamente. Me refiero el Gerente de Petroecuador Carlos Tejada, quien se manifestara ampliamente con la expresión “colcha de retazos” referente a la forma cómo se encontró y encuentra la principal planta y empresa del país la Refinería Esmeraldas.

¿Qué se asume? Que está en estado deplorable, que se enquistó la red de corrupción y que es notorio el derroche existente por tantos años y por la pretendida repotenciación, indicando inclusive que existe el gran adorno valorado en mucho dinero cual es la pileta que emboba a los incautos mientras en Esmeraldas carecemos aún del agua potable. El grado de peligrosidad en que vivimos indudablemente es detenido por la voluntad y mano de Dios. Se han dicho tantas verdades y aún hay gente incrédula que dice “todo está bien, no pasa nada”.

En buena hora que un equipo formidable de Contraloría trabaja en Petroecuador para emitir la veracidad en el Examen Especial; pensaron muchos que la flor se marchitaría o que se dormiría en los laureles como es el decir de muchos. La impunidad tremendamente enquistada no ha permitido ni permite investigar ni referirse a estos temas señalados en la fuente poderosa de la economía de la nación. Las huellas dejadas serán osadas y debe desaparecer la impunidad.

Los técnicos y personal debidamente capacitados saben la cruel realidad de lo que en esa grande empresa acontece y no podemos emitir mayormente opiniones quienes somos meros observadores con un casco protector y un chaleco que engloba una visita a la gigante planta que atemoriza a quienes vivimos en esta ciudad y que expele a la atmósfera contaminantes y hedores a cualquier hora del día y de la noche.

No sólo que los esmeraldeños en algunos casos tienen plomo en la sangre sino que la fetidez que inhalamos producen reacciones dolorosas y qué decir del envenenamiento de la salud. La verdad hay que decirla y espero que no les afecte a los conciudadanos pues la verdad debe ser dicha reiteradamente para hacer conciencia de lo que nos toca vivir y sufrir. Parece que en la noche aprovechan mayormente el momento para hacer que los malos olores cundan el ambiente.