Tributo nacional a Inés Flores B.

POR: Luis Fernando Revelo

Cuando el famoso Dante, agotado por su marcha a través de los innumerables círculos del infierno y del purgatorio, siente su corazón desfallecer, el gran Virgilio le susurra tres palabras cargadas de aliento, de esperanza, que son reconfortantes para él: “Verás a Beatriz”. En este episodio del inmortal poema se evidencia ese símbolo del papel misterioso, pero real, desempeñado por la mujer en la vida de la humanidad.

Cuánto regocija el alma ver a nuestros artistas plásticos ecuatorianos, que en medio del tráfago del vivir cotidiano, ven en Inés Flores Benavides a su “Hada Madrina”. Una convocatoria a nivel nacional fue suficiente para que, en gesto espontáneo y grato, ofrezcan lo más granado de su talento, plasmado en el lienzo, para la gran colectiva que se inauguró el día de ayer en las salas de arte de la Casa de la Cultura Núcleo de Imbabura, en homenaje a esta célebre mujer que fue candidatizada por el Núcleo para el Premio Nacional Eugenio Espejo 2018 en la categoría de creaciones, realizaciones o actividades a favor de la cultura o de las artes.

Y es que en Inés Flores, en su curaduría, el arte pictórico ha tenido las reverberaciones de su sapiencia. Un ángel tutelar, un hada madrina, ha sabido depositar semillas en surcos ávidos y fecundos. Su nombre tiene aureola de paradigma en la ponderación de la vida y la obra que ha plasmado su personal idiosincrasia. Cantidad de artistas le deben a ella su consagración. En ella riman la visión y el nervio, el carácter y el destello. Ha creado y fundado museos, ha sustentado conferencias de alto nivel, ha oficiado de asesora en organismos de prestigio mundial. En la cátedra ha sido una verdadera maestra en el concepto señero del término. Una dama de sensibilidad depurada.

¡Enhorabuena!