Rosalía Arteaga Serrano
En medio de sucesivos escándalos que involucran a las más altas autoridades del régimen anterior, parecería que los escándalos anteriores se olvidan o pierden importancia, lo que repercute en la percepción que la ciudadanía tiene de los delitos, de los culpables y los responsables, más aún si siguen fungiendo de autoridades. Varios sectores han mirado como responsable de los desatinos en el sector educativo, incluyendo las denuncias de abuso y de acoso escolar al anterior Ministro de Educación, ahora Presidente de la Comisión de Educación de la Asamblea Nacional.
Al recorrer las escuelas y hablamos con los educadores sentimos la catástrofe del sector, con mastodontes como las Escuelas del Milenio abandonadas, con desobligo tremendo en la clase docente, con sistemas inconexos unos con otros y que dejaron fuera asignaturas importantes que tratan de retomarse con poco éxito. El descalabro es mayor y no se ve la salida a esta situación de postración en la que se debate la educación nacional.
Si hubo ingentes recursos que fueron derrochados sin pudor, ahora se empiezan a sentir las carencias que dejan inconclusas las construcciones o sin capacidad de ejecutar los faraónicos proyectos. Lo más grave es que no se ve a simple vista y que tiene relación con la capacitación de los maestros, con el rendimiento escolar, con la incapacidad para enfrentar los retos de una educación auténtica que los prepare para continuar en el mundo de la academia o vincular a los estudiantes con el trabajo.
Somos testigos del hambre de conocimientos de la mayoría de los maestros, las ganas de progresar, aprender y ser solucionadores de problemas. Muchas de esas iniciativas se frustran y causan un tremendo perjuicio a los estudiantes. ¿Quién se acuerda del o los culpables?