Radiografías

AUTOR Andrés Pachano

UNO. Dos jóvenes de Cañar, casi niños, en la semana pasada perdieron su vida en su intento fallido de emigrar; la pobreza -en la más de las veces- y la atracción de una vida diferente, de mayor calidad, motiva a esas aventuras siempre traumáticas y muchas veces trágicas: las del éxodo. A más de lo dramático de su muerte, expulsados por el tren de aterrizaje al momento del despegue de una avión en Guayaquil al que habían abordado subrepticiamente, se encontró en sus despojos la profunda tristeza de una considerable parte nuestra sociedad: llevaban entre los dos 20 dólares para su travesía al infierno; ¡dolorosa radiografía de la miseria!

DOS. Alguien ya lo dijo: ha sido tan solo de esperar en la vereda para ver como unos actores del ominoso engaño desde diez años antes, enojados, se lancen el lodo fétido de sus argucias y maniobreros expongan sin pudor el inmenso fangal en el que han actuado para su vergüenza y nuestro colectivo desprecio. Hedor vergonzante el que se ha despedido de la ya famosa grabación de voz de esa conversación telefónica entre el prófugo excontralor Carlos Pólit y el actual presidente de la Asamblea Nacional José Serrano, conversación reconocida por sus autores y develada con desparpajo por el Fiscal General. ¡Qué vergüenza! Y se anuncian enjuiciamientos penales, ¡no por el contenido de la conversación! sino por la forma en como se la develó. ¡Otra radiografía de su propia condición!

TRES. De cálculo en cálculo, la Asamblea Nacional fracasó en su pretensión de pedir la renuncia a su titular por el “affaire” de la grabación de Pólit; una Asamblea inútil para sus intentos, con falta de imaginación, permitió que su Presidente, quien preside ese segundo poder del Estado y es primer actor de esa repulsiva grabación, presida la sesión de nominación del Consejo Transitorio de Participación Ciudadana y Control Social, instancia en la que se cifran las esperanzas para reinstalar la ética, la decencia en el Estado Nacional; y aquel ciudadano señalado, ¡nada más ni nada menos que posesionó! a dicho Consejo. No existió asambleísta alguno que impugne esa presidencia en ese acto trascendente. ¡Radiografía de la vergüenza!