El vómito

Fausto Jaramillo Y.

Allá por el año 2.007, en el Ecuador se respiraba un aire de esperanza; una nueva generación de políticos anunciaba que asumirían el Poder con mente fría, manos limpias y corazones ardientes. En sus discursos iniciales decían que amaban tanto a la patria que estaban dispuestos a inaugurar un nuevo estilo de política: abierto, franco, directo, transparente. Su máximo líder se ufanaba de que ni un solo centavo, que no fuera legal y éticamente ganado, se pegaría a sus manos, y que la defensa de los derechos humanos sería siempre su compromiso sagrado.

Han pasado once años desde que aquellas palabras iniciales, dichas al calor de un triunfo electoral, debieron confrontarse con el ejercicio del Poder, tuvieron en sus manos un inmenso caudal de recursos políticos y económicos, como ningún otro Presidente en la historia ecuatoriana. Los millones de dólares que ingresaron a las arcas fiscales no pueden, ni de lejos, compararse con los que debieron administrar todos los presidentes y dictadores anteriores.

Y el resultado de esos once años nos resultan, ahora, una dolorosa experiencia. Una apestosa y nauseabunda alcantarilla se ha destapado, y aunque faltan muchos detalles por descubrir y destapar, ahora sabemos que ha sido una gavilla de trúhanes los que nos ofrecieron inaugurar otra forma de hacer política. Dictaron una Constitución y muchas leyes para apropiarse de todas las funciones del Estado, desde donde crearon un entramado de impunidad que les permitió en estos años beneficiarse de cuanto contrato firmaran con empresas nacionales y extranjeras. El fétido olor del dinero mal habido circuló por varios caminos hasta llegar a los bolsillos de los “inmaculados” de manos limpias.

Las promesas iniciales quedaron en el olvido y ahora no solo nos quitaron ingentes cantidades de dinero sino que nos robaron la esperanza; nos mintieron y nos engañaron, nos manipularon y nos ofendieron.

El show del destape recién empieza y ya su olor a latrocinio y falta de escrúpulos, me causa vómito, y siento un inmenso dolor por mi patria, por mi familia, por mi gente.