A la historia no debemos engañarla

Seguro que, para cuando los hijos de mis nietos, lleguen a la escuela y deban estudiar la historia universal y del Ecuador en las primeras décadas del siglo XXI, ni ustedes, amables lectores ni yo, podremos leer sus libros o documentos, Wikipedia, o simplemente las imágenes que circularán en nuevas aplicaciones de las actuales tecnologías de la comunicación; nuestro tiempo habrá terminado y lo que entonces suceda no podremos saber ni controlar.

Por eso debemos, desde ahora, escribir sobre nuestros días; escribir sobre los personajes que han vivido y han actuado en estos días y sobre los pensamientos y emociones que estuvieron presentes en cada evento de nuestros días.

La verdad, en verdad no existe, lo que podemos y debemos es acercarnos, lo más que sea posible, a ella. Alrededor de ella, escribir textos y testimonios lo más diversos posibles, a fin de que, a manera de un rompecabezas, sea armado por los que vendrán y serán ellos los que tengan la responsabilidad de aceptarla o rechazarla.

No podemos ni debemos quedarnos callados frente a los hechos que nos ha tocado presenciar y vivirlos. Hay que ser testigos activos que digan y escriban sus experiencias. Por ejemplo, no podemos silenciar nuestras voces sobre lo que sucede en Venezuela y a los venezolanos, a pretexto de la no intervención en asuntos internos de otra nación. ¿Acaso los venezolanos no son seres humanos que sufren la hambruna y la carestía a causa de un conflicto político?

No podemos callarnos frente a lo que sucede en Siria, donde miles de hombres, mujeres y niños son asesinados en bombardeos que intentan acallar sus voces de protesta contra un régimen, al que no lo quieren ni respetan? No podemos callarnos frente a esa inhumana guerra del Medio Oriente, donde judíos y palestinos no descansan de matar y asesinar a causa de una franja de tierra. No podemos callar frente a la crisis de migrantes que mueren diariamente por el único delito de buscar un techo y un pan para sus hijos en otro país, ya que en el suyo no lo pueden obtener

Tampoco podemos callarnos frente al tsunami de corrupción que azota a nuestro país, donde un régimen mentiroso y corrupto, usando un discurso de defensa popular ha saqueado las arcas fiscales y sin vergüenza sus partidarios pretenden ocultar sus trafasías escondiéndolas tras “un proyecto” político difuso y descolorido.

No, no podemos hacerlo porque si lo hacemos seríamos cómplices de la mentirosa historia que a fuerza de una vil propaganda pretenden imponérnosla. Nuestro deber es escribir nuestro testimonio sin favor ni temor, apenas iluminado con la honradez de la humilde búsqueda de la verdad. Aspiro que nuestros nietos y los nietos de mis nietos, así lo comprenderán.