Gustavo Alfredo Jácome

POR: Luis Fernando Revelo

Cuando la prestancia del distinguido otavaleño frisaba ya los 105 años de su fecunda y dinámica existencia, en el más sapiente y lúcido ambiente espiritual, llegó al reino de la Luz, quien fue una de las luminarias más excelsas de las letras y la cultura, connotado escritor, atildado novelista, crítico, ensayista y sobre todo maestro en la amplitud del concepto señero, me refiero a la personalidad multifacética del Dr. Gustavo Alfredo Jácome.

El catalogado maestro ha llevado el sello inconfundible de la tierra sarance, la otavaleñidad profunda. Delthey subrayaba categóricamente: “Tanto como naturaleza soy historia” y el gran maestro por antonomasia, Dn. Miguel de Unamuno puntualizaba: “No somos hijos de la tierra, sino la misma tierra que piensa y siente”. Eso fue el Dr. Gustavo Jácome, uno de los mayores exponentes de la cultura literaria. Supo cumplir con su vocación de egregio didacto custodiando la valía del idioma en varios textos de didáctica estructura abriendo con ternura el horizonte de niños y de jóvenes, construyendo sueños y verdades a través de poemarios de privilegiada visión. Cómo no rememorar nuestros años infantiles declamando ‘Luz y cristal’, ‘Ronda de la primavera’, ‘Palabras para jugar’. Su innato dinamismo, su lúcida fruición le permitió unimismarse al alma de sus coterráneos para crear el ‘Romancero otavaleño’.

Su trabajo creador ha quedado impregnado en cuentos y novelas de singular valía ‘¿Por qué se fueron las garzas?’ y ‘Los pucho Remaches’. Su tránsito vital es digno de encomio y su vocación literaria, la más noble exultación cultural.

Gustavo Alfredo Jácome se ha ido dejando una estela luminosa de grandes realizaciones. El maestro es ahora prez y gloria de esa entelequia espiritual de la ecuatorianidad.