LA MISMA FÓRMULA

Fausto Jaramillo Y.

Han pasado los días y las consecuencias del pronunciamiento de los ciudadanos ecuatorianos en las urnas aún no se han hecho presentes. La vida política, económica, social, cultural y deportiva del país sigue su cauce normal, sin sobresaltos ni cambios.

Una gran mayoría de ecuatorianos respondiendo al llamado del presidente se pronunció por la imprescriptibilidad de los delitos sexuales contra niños y adolescentes y los noticieros siguen informando de nuevos casos. ¿El solo anuncio de una ley, puede detener los impulsos y artimañas de estos degenerados?

La mayoría se pronunció por la derogatoria de la llamada ley de plusvalía y hasta ahora no se han tomado los pasos para que dicho mandato entre en vigencia.

Se anunció la semana pasada la conformación de una comisión especial de la Asamblea Nacional para “viabilizar” los cambios legales que entre en vigencia un par de estos mandatos. Supongo que así tiene que ser, pero siempre se nos dijo que el mandato popular entra en vigencia en el mismo instante en que se anuncia los resultados de una consulta o referéndum.

El gobierno indeciso y timorato no deja traslucir sus verdaderas intenciones y eso mismo es una clara señal que no quiere cambios. El presidente anunció desde el inicio de su mandato una lucha frontal para erradicar la corrupción que tanto daño ha hecho al país y a pesar de sus ofrecimientos hoy sabemos que una fiscal y una juez no se atreven a enjuiciar a ciertos funcionarios de Petroecuador que según otro fiscal mostraban indicios ciertos de haber cometido el delito de peculado.

Se nos dijo, por parte del presidente y de varios de sus ministros que se impondría una política de apoyo a la inversión para incrementar el empleo y las medidas de las autoridades económicas apuntan en la dirección contraria, mayor endeudamiento interno y externo, mayor carga de tributos, aumento de tasas e impuestos, incremento del gasto gubernamental con mayores cantidades en bonos y subsidios.

En fin, hay tanta tela para cortar, pero toda ella apunta a que seguimos con el mismo modelo que nos ha traído hasta aquí: palabras bonitas y nulas obras; anuncios esperanzadores y acciones decepcionantes; los mismos nombres y las mismas recetas que nos llevan a repetir con Albert Einstein: “No se puede esperar resultados diferentes cuando se aplica la misma fórmula”.