Improvisación y vergüenza

Fabián Cueva Jiménez

Los avances científicos y tecnológicos transforman a la sociedad muy rápidamente, impulsan cambios sustanciales en lo político, social, económico y cultural mediante procesos comunicativos de interacción e interdependencia entre los países y sus habitantes.

La educación recibe el impacto. Aparecen nuevas prácticas de enseñanza y aprendizaje del inglés como idioma universal, que exige a docentes y estudiantes el desarrollo de nuevas competencias, a sabiendas que aprendiéndolo se obtienen más conocimientos, se logra la superación personal, estimula el cerebro con más conexiones neuronales para la creatividad, mejora la inteligencia, atención, memoria e incrementa dotes comunicativos.

En Ecuador, desde 2013, se propuso cambios en la enseñanza del inglés, pero la improvisación gerencial y pedagógica generalizada propició tan graves errores que el gobierno actual solicitó, hace 5 meses, la intervención de Contraloría para determinar la ilegalidad de un convenio con una Fundación que, sin experiencia, utilizó un tráfico de influencias desde el propio Ministerio.

Los daños causados obligó a que el Viceministro de Educación pida revisar todo lo actuado por la administración anterior, porque se conoce, entre tantos temas, que los 450 ‘docentes’ anglo parlantes de diversos lugares del mundo solo realizaban actividades de apoyo, grupos de estudio y clubes de aprendizaje, sin título ni metodología definida, mal remunerados y hasta sin visa de trabajo. Si “el inglés se aprende vinculándolo a temas de la vida y con un enfoque de pedagogía crítica”, ¿cómo hacerlo sin conocer el medio, si solo sabían de sus penurias y engaños?

La improvisación continúa y la vergüenza ya es internacional. Los resultados tardan, hay déficit de maestros, los proyectos fracasan, los becados regresan y no multiplican, mientras las universidades ofrecen responsablemente la formación de profesionales con sólidos conocimientos, capaces de desarrollar competencias con excelencia académica.