¿Venezuela qué?

Kléber Mantilla Cisneros

La consulta popular del pasado 4 de febrero no incluyó la política de control y regulación de medios de comunicación ni sobre relaciones internacionales. Hasta ahora, en comunicación, rige una ley plagada de contradicciones y ambigüedades que complica la investigación periodística. Para replantear el gasto fiscal hay que revisar los presupuestos de varias entidades creadas para controlar al periodismo, pues la última década se montó un aparato de propaganda mentiroso e innecesario, cuyos beneficiados, al parecer, fue un pequeño grupo cercano al entonces Régimen que contrataban con sus mismas agencias de publicidad o se aprovechaban de los canales de televisión incautados hasta quebrarlos.

La visita del presidente, Lenín Moreno a Colombia es plausible en materia de seguridad en la frontera. Sin embargo, las relaciones internacionales requieren de precisiones y pronunciamientos en defensa de la vida y los Derechos Humanos.

La crisis humanitaria venezolana es un hecho insostenible que se expande con el silencio cómplice de Cancillería. El ingreso de millares de migrantes sin retorno es una consecuencia de la hambruna de la Venezuela de Nicolás Maduro y el fracaso del modelo populista autoritario construido sobre falacias, excesiva represión, una demagogia atosigante, el clientelismo militar y mucha propaganda.

Otro tema es habilitar nuevos acuerdos comerciales para que la economía y la industria local despeguen. Falta calidad y cantidad en la producción nacional para entrar en un escenario de competencia mundial. Turismo, agro, tecnología y comercio requieren de propuestas novedosas e innovadoras que deben abordarse en foros internacionales.

Está claro que en la zona hay problemas comunes: narcotráfico y la trata de personas, pero la política exterior tiene que impulsarse también a largo plazo y difundir una imagen de confianza y libertades. La inversión privada y la generación de empleo se reactivan cuando la lucha contra la corrupción es visible. De hecho, la comunidad internacional percibe aún ese ambiente personalista y del caudillismo estalinista que tanto daño ha causado.

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