Frágil memoria

POR: Fausto Jaramillo Y.

La memoria de los pueblos es frágil y a diferencia de la de los individuos es cómoda y no selectiva. Recuerda con facilidad a quien le engaña y con dificultad a quien le otorga grandeza.

Hace pocos días falleció en la ciudad de Quito el Dr. Gustavo Alfredo Jácome, hombre ilustre que engrandeció a las letras del Ecuador. Durante sus 105 años de vida no dejó de estudiar al idioma de Cervantes porque comprendió que es en la lengua donde se evidencia las virtudes y defectos de los hombres y de los pueblos.

Fue Otavalo el rinconcito que lo vio nacer y a él le dedicó su amor; amor que se evidenció desde que inició su vida profesional como profesor de la Escuela 10 de Agosto de la ciudad y que siempre estaría presente en sus obras.

Cuántos miles de ecuatorianos no aprendimos a leer en sus obras. Cuántos jóvenes no nos adentramos en el amor y comprensión de la literatura en las hojas y páginas de sus pedagógicos libros.

La poesía fue la vía por donde salió su enorme sensibilidad humana y sus ensayos la de su pensamiento. Cuentos, poemas, relatos forman su legado y entre ellos resaltan sus novelas ‘Pucha Remaches’ y la extraordinaria ‘Porque se fueron las Garzas’, que al decir de los entendidos es la más grande obra del autor y una de las mayores de la literatura ecuatoriana. En estas está reflejado Otavalo y sus gentes, sus pensamientos, sus sentimientos, sus emociones y su vivencia. Otavalo principio y fin de su amor terrígeno.

Y a pesar de ello, en tiempos en que los hombres y mujeres han olvidado las manifestaciones de amor, ternura y cultura y viven las del odio, las del grito destemplado; en que se ufanan en proclamar el buen vivir en sacos de cemento antes, Otavalo se ha olvidado de Gustavo Alfredo Jácome. Nadie, ningún personaje, ninguna institución, estuvo presente en el adiós al maestro, al otavaleño profundo y tierno, amable y sencillo, tal como fueron los hombres y mujeres de mejores tiempos.

Es verdad que rendir un homenaje a la cultura y a hombres de cultura como Gustavo Alfredo Jácome no rinde votos, pero se olvida que hombres como él construyen identidades.