Soñar la realidad

Fausto Jaramillo Y.

Al momento que se publique este artículo, los ecuatorianos ya habremos conocido los resultados de la consulta popular propuesta por el gobernante de turno. Aunque sin resultados oficiales, al menos, las encuestas a puerta de las urnas ya nos habrán dicho las tendencias registradas sobre las siete preguntas propuestas.

No estoy seguro de que esta consulta y este referéndum sea el fin de una era de prepotencia, mentiras y corrupción, porque los ecuatorianos tenemos una tendencia al servilismo y al olvido.

No sería nada raro que aparezca en el horizonte político otro será mesiánico, vulgar y con aires de redentor y logre engañar a los electores; pero al menos, este lunes, un aire fresco recorrerá nuestra historia y nos hará creer en que días mejores nos esperan. Entonces, será el momento de pensar en otros temas que nos alejen de la política partidista, de aquella que solo busca mantenerse en el poder y se olvida de que lo más noble del ser humano es el servir a la colectividad.

En este día debemos tornar la mirada a otros temas quizás más importantes y urgentes que la sobrevivencia política de ese ser despreciable que vive en un ático lejano y distante de nuestras necesidades. Sí, debemos recordar que tenemos un tema pendiente: el de la economía. La crisis sigue estando presente, las deudas nos agobian y nos seguirán agobiando por mucho tiempo más. Los ingresos del Estado son inferiores a sus egresos y cada día esa deuda se ensancha. Debemos pensar que nos esperan días amargos que nos permitan pagar esa deuda y, sin lugar a dudas, los más pobres y los más vulnerables serán quienes sufran más. Es el precio a pagar por culpa de una falsa mesa servida y una corrupción tan grande e inmensa como nunca antes fuera vista en nuestra republiqueta.

También debemos pensar en Seguridad. Ya no solo sufrimos la violencia doméstica y delincuencial, ahora, tras el atentado perpetrado en San Lorenzo debemos recordar que estamos a merced de la violencia terrorista y mafiosa de los narcotraficantes y guerrilleros falsos redentores de nuestros pueblos.

Sigue pendiente pensar y meditar sobre la educación. Desde hace veinte años, cuando nos propusieron una reforma curricular, seguimos pensando en el cómo estudiar, pero nos hemos olvidado el “qué” estudiar. Los planes y programas del Ministerio de Educación han estado dirigidos a destruir a un gremio que salía a la calle a lanzar piedras, pero se olvidaron de que más importante es el estudiante, sus aspiraciones; la ausencia de las herramientas del pensamiento que le permitan alcanzar sus sueños no han sido los fundamentos de su accionar.

En fin, debemos volver a meditar sobre el país que queremos: libre, alegre, democrático, incluyente, respetuoso y justo. ¿Será posible alcanzar ese sueño?