Traidores a todos

Carlos Freile

Giorgio Scerbanenco, escritor ruso-italiano, nos dejó varias magistrales novelas negras de enorme éxito, entre ellas destaca la que da título a esta columna. Los malvivientes buscan el propio éxito, económico en primer lugar y en poder sobre los demás; para lograrlo no tienen empacho alguno en matarse entre ellos, engañarse, y, de manera especial, traicionarse. Nadie se salva de este destino: tarde o temprano, todos traicionan a todos. A veces por necesidad, otras por coyuntura; en ocasiones alimentan la buena fe de la futura víctima a largo plazo, en otras improvisan con rapidez. Pero siempre traicionan.

Este retrato de los delincuentes del Norte de Italia, de Milán y su entorno, se aplica con facilidad a ciertos políticos: la traición es para ellos su segunda naturaleza: jamás podrían hipotecar su futuro de gozadores de las mieles del poder por una infantil e inmadura fidelidad a un amigo o a un ideal. Nicolás Maquiavelo, el conocido autor de ‘El Principe’, escribió otras obras en que presenta esta característica permanente de casi todos quienes se dedican a salvar a la respectiva Patria ( aconsejo leer ‘Las Historias Florentinas’ y ‘Discursos sobre la primera década’ de Tito Livio, entre otras).

Los traidores a todos menudearon en el mundo griego y en el romano, en los años medievales y en los renacentistas…. No es de admirarse de que también en nuestra ínsula barata (así como suena) haya muchos ejemplares. Lo admirable es que todos se lancen el amargo epíteto como si cada uno fuese inocente; lo raro habría sido que no se hubiesen tracionado entre ellos, bastaba que llegase el momento oportuno para sacarse los cueros al sol y decirse vela verde.

Sin embargo, la rabia mayor viene de la constatación de la casi universal traición a todos los compatriotas: después de jurar gobernar con manos limpias, se las mancharon hasta los hombros. Para no hipotecar su futurito personal hipotecaron el de millones de personas por dos o tres generaciones, esa es la peor traición. Por eso desde aquí vaya un huevo simbólico contra su traición desfachatada.

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