Padrino

AUTOR: Patricio Durán

El 11 de marzo del 2000 escribí un artículo en la sección ‘Actualidad’ de este diario, con este titular ‘Padrino’. Fue cuando Monseñor Vicente Cisneros Durán fue nombrado Arzobispo de Cuenca, y me permito -con su aquiescencia, estimado lector- reproducir una parte del mismo.

Platón manifestaba: “No debe llamar a las puertas de la poesía un hombre sosegado”. Yo que soy un hombre apacible, hoy quisiera convertirme en aquel maravilloso destilador de quintaesencias poéticas para plasmar en palabras la impronta que ha marcado en el espíritu del pueblo tungurahuense Monseñor Cisneros, quien es padrino de muchas personas, y yo me siento ufano de ser uno de ellos.

Tengo sentimientos encontrados: estoy contento porque Su Santidad el papa Juan Pablo II lo ha distinguido con la dignidad de arzobispo; al mismo tiempo estoy triste por cuanto deja la Diócesis de Ambato que por el lapso de 31 años fue su pastor y su guía, convertida en un hontanar de obras, progreso espiritual y material.

En estos calamitosos tiempos en que la mentira, la corrupción, la violencia, son un aire contaminado que nos hemos acostumbrado a respirar, la voz de Mons. Cisneros es un baño de verdad, de guía. Con su voz armoniosa nos enseña el evangelio, el plan del Creador; su belleza consiste en el arte del bien decir, del bien orar.

Cuando era niño, mi Padrino me preguntaba: “Ahijado, ¿qué quieres ser cuando seas grande?” Yo sin durar contestaba: “Padrecito como usted, Padrino”. El tiempo ha transcurrido y me he convertido en padrecito… de familia. Quiera Dios que, generación tras generación, haya prelados de la sencillez y sabiduría del nuevo Arzobispo de Cuenca.

En la ‘Atenas del Ecuador’ le espera una ardua labor, la cual sabrá cumplirla a cabalidad, gracias a su gran valía intelectual, a su acendrado amor por los indígenas y marginados.