Periodismo sin mácula

POR: Luis Fernando Revelo

“¡Feliz yo si con mi celo ardiente, soy capaz de sacrificarle mis débiles fuerzas! ¡Si el órgano de mis labios es el precursor de sus obras! ¡Si mi Patria recibe mis ansias, si acepta mis ruegos, si premia el aliento de mis palabras, con las operaciones de sus manos industriosas! ¡Si respira el aura vital de la generosidad y el honor…el pueblo quiteño será el más grande de todos los pueblos!”.

Así se expresaba una de las luminarias más excelsas del periodismo de fuste, el precursor de la independencia, el hombre de poderosa inteligencia, el catalogado literato, el orador enfervorizado, el joven y sapiente médico que admiró y justipreció la hermosura del ambiente ibarreño, la villa que conoció en su primera salida cuando del 05 al 07 de enero de 1771 atendió al “caballero transeúnte” Dn. Manuel de la Guardia y Balladolid, quien falleció muy a pesar de los atinados cuidados que le prodigó. Me refiero al Dr. Francisco Eugenio de Sta. Cruz y Espejo. Se cuenta que en nuestro ambiente ibarreño trabó sincera amistad con grandes personajes de cultura y prestancia, quienes más tarde formarían parte de la Sociedad Patriótica o Escuela de la Concordia.

Hace 226 años, un 05 de enero de 1792 vio su primera luz el periódico “Primicias de la Cultura de Quito”, editado precisamente por la Sociedad Patriótica, bajo la égida brillante de Eugenio Espejo, considerado como el preámbulo de lo que fue el Primer Grito de la Independencia Hispanoamericana.

En Espejo, el “duende libertario”, pueden mirarse los verdaderos periodistas, que hacen de su vocación un arado de luz que abre hondos surcos a través de la reflexión y el debate. Con su prístina lozanía Espejo sigue dictando cátedra a los periodistas, elevando su espíritu, invitando a la gloria de vivir en libertad.