Mis primeros setenta años

Jaime Duran Barba

Este mes cumplí mis primeros 70 años y aunque son solo números, sentí cierta tensión que enfrenté con el humor de toda la vida, aprovechando la ayuda de amigos que me llevan el apunte en mis locuras. A pesar de que en Argentina se cree que celebrar anticipadamente el natalicio es de mal augurio, me pareció una forma divertida de alejar los malos espíritus en que no creo. Si existen, los asustaba con las celebraciones y si no, de todas formas la pasaría bien.

Compartí almuerzos con amigos entrañables en Buenos Aires, la ciudad en la que he vivido más tiempo la última década. Más allá del trabajo político me encontré aquí con muchas personas interesantes, que me enseñaron mucho, y me ayudaron a construir teorías con las que me he realizado plenamente.

En el Seminario de la George Washington University me entregaron un reconocimiento por mis 35 años de trabajo profesional y académico. Asistieron colegas con los que compartí sueños y esfuerzos cuando la consultoría política recién despegaba como disciplina profesional en los Estados Unidos.

Tengo la alegría de haber nacido en Quito, una hermosa ciudad que los españoles fundaron en los Andes. Siempre tuve la inquietud de viajar, de conocer otros mundos. Mi relación con Argentina empezó en mi adolescencia, cuando leí ‘Historias de Cronopios y de Famas’ de Cortázar y me encontré tan bien descripto en uno de los relatos acerca de los viajes, que desde entonces mis parientes y muchos amigos me llaman Cronopio.

Desde fines de 2004 conocí a Mauricio Macri y a la gente que lo rodeaba. Lo que se inició como una consultoría más de las que hacía en el continente, se convirtió en algo mucho más importante. Compartí ideas y discutí intensamente con muchas personas, de distintas disciplinas académicas que se fueron aglutinando en este proyecto político único en el mundo. Más allá de ese círculo cultivé la relación con políticos y pensadores interesantes de otros grupos y participé permanentemente de las polémicas del Club Político Argentino. El Círculo Rojo porteño es intenso, me apasiona contrastar mis ideas con las de quienes perciben la realidad de manera distinta.

Me siento tan argentino como ecuatoriano como mexicano. Ha sido un broche de oro para la celebración de mis primeros setenta años, que me hace pensar que cuando celebre los segundos todo estará mejor.

*Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino.