Impuestos y plusvalías

Por: ARMANDO DAZA QUIÑONEZ

Durante la década perdida del correísmo, nuestro país siempre navegó al garete y se gobernó con criterio populista atacando a la prensa y medios independiente, a los oligarcas y mintiendo todos los días al pueblo, pero detrás de esta cortina de humo, cometer grandes atracos en beneficio de su grupo político, incapaces de establecer un modelo económico centrado y firme que de resultados satisfactorios para todos; vanidosos y maquiavélicos, su objetivo tener poder y fortuna, utilizaban a los cancilleres para conseguir doctorados honoris causas, sin ningún mérito y al final de su periodo recibir el rechazo del pueblo en diversos lugares del país, como en restaurantes y avenidas.

Correa fue mediocre en el manejo de la economía y pésimo en el control de la seguridad ciudadana; además, dio luz verde a sus íntimos de Alianza PAIS para atracos y peculados, tal como lo prueba el caso escandaloso de Glas, Capaya y compañía. Los primeros años pudo lucirse con un barril de petróleo a más de 100 dólares, después incapaz, como lo demostró, solo se fundamentó en el extractivismo y los créditos de los chinos y otros acreedores y cuando acabó con los dólares del excedente y de la venta anticipada de petróleo, utilizó los recursos del IESS y las reservas del Banco Central.

Fustigó con leyes perversas que estancó como la ley de plusvalía que paralizó la actividad de la construcción, el impuesto a la renta anticipado, que es un abuso y violación a la Constitución, porque este impuesto se calcula sobre las utilidades anuales de las empresas y el impuesto a la salida de capitales que ahuyento las inversiones nacionales y extranjeras. La consulta popular planteada en temas políticos, económicos y administrativos puede crear confianza y mejorar la economía.

Vale recordar el manifiesto de Eloy Alfaro: “La falsedad, la injuria, la calumnia, en sus más repugnantes e inmortales fases, han sido las armas preferidas por nuestros adversarios”. Este se identifica en buena medida con el comportamiento del gobierno correísta, que al retirarse dijo que ‘dejaban la mesa servida’ cuando en realidad lo que dejaron fueron deudas multimillonarias y lacayos en las instituciones de control.