Impuestos

Eduardo Naranjo Cruz

Las contribuciones ciudadanas al Estado son el sostén del desarrollo colectivo, sin embargo, los contribuyentes dudan de cuan bien y correctamente son administrados estos fondos, más todavía con los hechos de corrupción públicamente conocidos. No existe información y explicación clara de los impuestos y sus destinos.

En Quito los impuestos fueron el desastre del exalcalde Barrera, pues los interesados, llamados ‘oposición’, aprovecharon la inocencia del público para echar abajo su reelección, dando margen a la aparición de un alcalde por azar, que ahora aplica similares y más agresivas fórmulas con multas altas y camufladas. Tal es el caso de ‘recaudaciones’ por exceso de velocidad, que ni solucionan el problema de conductores irresponsables o ineptos.

Igualmente se aplican mañoserías para cobrar impuestos como rodaje, revisión (empresa de conocido personaje), etc., a los vehículos, cuando se debería sancionar implacablemente a quienes parquean en vías estrechas y/o hacen doble fila causando trancones de tránsito. Los buses son reyes de las pistas, viajan a velocidades que superan los 90 kilómetros, sobrepasan donde sea y para ellos no hay multas, porque estos grupos mandan, en vano tanta alharaca en la prensa.

El hecho de que el Gobierno quiera centralizar el control impositivo sobre todos los ciudadanos, movió a que muchas entidades como el Municipio capitalino y otras empresas gubernamentales contraten nuevos programas computacionales, para sumarse a la gran red de control. En algunos casos no son tan buenos, pues en la migración de datos hay cientos de errores que, con la enredada y poco eficiente burocracia, son casi imposibles de resolver, haciendo que los inocentes paguen por los grandes evasores, afectando el bienestar de los primeros y haciendo reír a los grandes.

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