A gambetear

Andrés Pachano

“…La historia del fútbol es un triste viaje del placer al deber. A medida que el deporte se ha hecho industria, ha ido desterrando la belleza que nace de la alegría de jugar por que sí… El fútbol profesional condena lo que es inútil, y es inútil lo que no es rentable… ” (Eduardo Galeano).

Para comprender mejor esta certeza del escritor uruguayo en su deliciosa obra ‘El fútbol a sol y sombra’, me refiero a lo dicho, con clara serenidad por el entrenador del equipo ambateño Macará, luego de su clasificación a una primera instancia de la Copa Libertadores de América; él expresó en su parco balance del partido con el equipo Barcelona de Guayaquil (¡qué nombre para postizo!), palabras más palabras menos, que “…con lo que Barcelona paga a Díaz y Nahuelpan nosotros cubrimos toda la nómina…”, es decir todo el rol de pagos que demandan jugadores y cuerpo técnico. La pobreza frente a la opulencia que inscribe figuras que primero ganan dinero y luego quizá un título.

Pero todo tiene su envés, cuando de manera esporádica, algún “equipo chico”, esos a los que se los desdeña desde micrófonos interesados y fanáticos por ser “de provincia”, revierten esa lógica impuesta de “lo que no es rentable” y se atreven a jugar con alegría, con pasión; hacen entonces un viaje al placer de jugar y derrumban a esos gigantes de oropel. Ahí el mérito de este equipo ambateño, el mérito de los equipos chicos. Para ellos, Macará incluido, la verdadera competición es la de la supervivencia económica, la lucha dentro de las limitaciones para con ellas entrar a la cancha; ellos juegan dos campeonatos en el año: el de la supervivencia y el de los puntos.

Por esto, es de gran mérito lo conseguido por este equipo de Ambato accediendo por primera vez en su historia a una competición continental. En homenaje a aquellos jugadores y cuerpo técnico copia a Galeano: “…por suerte todavía aparece en las canchas, aunque sea de vez en cuando, algún descarado ‘cara sucia’ que sale del librero y comete el disparate de gambetear a todo el equipo rival, y al juez, y al público de las tribunas, por el puro goce del cuerpo que se lanza a la prohibida aventura de la libertad…”

Bien hecho Macará.