La olvidada educación

Fausto Jaramillo Y.

Las luchas por el poder, al interior de un movimiento y partido político, no deberían concitar la atención ciudadana. El país debe atender otros temas y problemas que afectan directamente a todos los habitantes de esta geografía.

El tema de la educación, por ejemplo, ha sido relegado desde hace dos décadas, cuando se planteó la Reforma Curricular que intentaba cambiar la estructura pedagógica y curricular en el sistema educativo. Muchas voces dejaron oír sus criterios y el Ecuador entró en un proceso importante de discusión. La visión de futuro primo en esas discusiones. Lastimosamente, con los cambios de gobierno ese proceso fue relegado y olvidado.

En la última década se privilegió el cemento. Las inversiones públicas se enfocaron en la construcción de infraestructuras, muchas de ellas faraónicas y desproporcionadas para nuestra realidad, olvidándose de dar prioridad a los conceptos, contenidos y a los valores que definen a una sociedad.

Las autoridades de elección popular, no pensaron en el futuro del país, sino en la inmediatas elecciones y para ello no encontraron mejor argumento que el inaugurar obras, no siempre bajo criterios de necesidad, bajo postulados técnicos, y sin recordar a la honestidad, a la honradez y a la ética. Por supuesto, era y es más visible, unas gigantografías y unos carteles a la entrada y salida de cada ciudad, recordando a los viajeros y transeúntes que nos hallábamos en tal o cual ciudad o pueblo y en ella el Prefecto, el Alcalde y los concejales pertenecían a tal o cual movimiento o partido político; pero nunca prestaron atención a la identidad del pueblo, a su idiosincrasia, a su historia y a su futuro.

Ante este escenario quisiera recordar a todos los ecuatorianos que tenemos una obligación para con nuestros hijos y nietos, a ellos que ocuparán nuestro lugar debemos formarlos para que tomen la posta; es decir, la educación debe ser nuestra primera prioridad y cuando digo educación no me refiero únicamente al sistema educativo y a la transmisión de saberes, sino además a la de valores y responsabilidades.

El día en que el Ecuador pueda mostrar ante sus ojos, que ha logrado vencer al analfabetismo real y funcional, que todos sus habitantes tienen en su mente las herramientas necesarias para enfrentar la vida y que comprendan que todos somos seres humanos con derechos y obligaciones, entonces, recién podremos olvidarnos de las luchas internas de la política e intentar caminar hacia el futuro con alegría y dignidad.