En 20 años pasamos de ser ‘criminales’ a ser ‘enfermos’

ACTIVISTA. Danilo Manzano fue dirigente de La Mariscal, pertenece a Fundación Esquel y dirige el espacio Dialogando-ando en el Café Democrático.
ACTIVISTA. Danilo Manzano fue dirigente de La Mariscal, pertenece a Fundación Esquel y dirige el espacio Dialogando-ando en el Café Democrático.

Danilo Manzano, activista Lgbti, analiza los hitos sociales tras la despenalización de la homosexualidad.

Salir del clóset, en una época dada, fue una expresión reivindicativa. ¿La sociedad ecuatoriana ha madurado lo suficiente como para interactuar desde la diversidad, pero ya sin etiquetas?
Creo que no en un 100 por ciento. Y para nosotros salir del clóset sigue siendo uno de los retos más grandes, porque piensas que estás cruzando una delgada línea entre la vida y la muerte. Porque mueres cuando sigues siendo invisible, cuando la sociedad no te acepta. Y cuando decides hacerlo cada vez pesan más ciertas corrientes conservadoras que tratan de invisibilizar a las personas Lgbti y los espacios de inclusión son cada vez más reducidos.

¿La imagen del clóset no perpetúa más bien una idea de encierro?
Lastimosamente a las personas Lgbti nos toca seguirnos visibilizando como un guetto, de cierto modo. El hecho de que la sociedad no respete a las diversidades sexo-genéricas hace que desde la visibilidad uno siga teniendo que mantenerse como Lgbti. Lo ideal sería vivir en un mundo que no te pida encasillarte. Ante tanta discriminación por amar de forma diferente, esa sociedad nos mantiene como un guetto. Ahora recuerdo una frase: el clóset es para la ropa y no para las personas. Y la sociedad está atrapada en distintos tipos de clóset: xenofobia, machismo, adultocentrismo…

¿Estas relaciones de poder también se replican en el interior de las comunidades Lgbti?
Claro que sí. Tan fuerte es esta estructura que entre ciertos hombres gay existe discriminación interna. Y se piensa que más valía tiene el homosexual que no ‘parece’ tal.

¿Y qué significa ‘parecer’ y qué ‘no parecer’?
Son estereotipos frente a no querer parecer ‘la loca’ y no ser notorio. Estereotipos machistas que condenan lo afeminado. Por ello, ‘el homosexual de gran valía’ es aquel que va al gimnasio, tiene poder económico y no muestra gestos feminizados. La sociedad permite vivir mejor a unos que a otros, si correspondes a un patrón que fortalezca la estructura machista.

La próxima semana se cumplen 20 años de la despenalización de la homosexualidad en Ecuador. ¿Cuáles son los hitos de este proceso que apuntó a construir una sociedad garantista de derechos?
Hay mucha gente dentro de la propia comunidad Lgbti que no tiene ni idea de este hito.

¿Por un corte generacional?
Sí y no. Tenemos una generación que vivió antes de la despenalización que sabe lo terrible que era decir que era homosexual. Luego, en el transitar del tiempo, te das cuenta que no hay mucha gente en el activismo. Sin embargo, a los 20 años de la despenalización, ha habido avances y también retrocesos.

¿Por ejemplo?
20 años atrás, en una discoteca de Cuenca, se arresta a cerca de 100 personas por el hecho de ser homosexuales. Esto repercutió desde los activistas, principalmente los trans, para movilizar a la sociedad.

Y las personas trans siempre han sido las más victimizadas…
Ellas siempre están primeras en el activismo, son las más vulneradas y las menos reconocidas incluso dentro de la comunidad Lgbti. Y esto pasa en todo el mundo. El ejemplo es la vida de Marsha P. Johnson, una de las lideresas estadounidenses del movimiento trans y queer. La historia la invisibilizó y el capitalismo posicionó, más bien, la imagen del homosexual muy masculino y nos olvidamos de quienes sí frenteaban las luchas y daban la cara. En Ecuador ocurrió igual. Las primeras marchas Lgbti tuvieron a mujeres trans al frente.

Con la despenalización de la homosexualidad, las élites políticas dejaron de mirar a la población como ‘criminal’, pero empezaron a verla desde lo ‘patológico’. ¿Por qué?
Creo que los tomadores de decisión pensaron que se estaban llenando las cárceles de homosexuales, pues hasta noviembre de 1997 la homosexualidad era un crimen y tenía entre cinco y ocho años de cárcel. Pero pasamos de ser ‘criminales’ a ser ‘enfermos’. Durante los 20 años no fue en vano que existan clínicas de deshomosexualización. Y por ello preocupa que desde ciertas familias se crea que te pueden ‘curar’ en un centro de rehabilitación. Esto es un error terrible: vulnera tus derechos y es mentira. Tú no puedes curar a alguien que no está enfermo.

La Constitución es mucho más garantista…
El ingresar la no discriminación por identidad de género y orientación sexual nos permitió tener un marco legal mucho más amplio para anclar con mayor seguridad nuestros derechos. Sin embargo, el proceso político de estos últimos diez años dejó a la población Lgbti en una situación mucho más ambigua. Primero porque desde el propio Presidente de la República de aquel entonces recibimos mucha discriminación verbal y, no solo eso, sino que su discurso alimentó una cultura del macho protector, del padre que cuida y que a la par juzga.

¿Se han cerrado espacios para las comunidades Lgbti?
Hablo de Quito. 10 años atrás había muchas más opciones de inclusión en cuanto a servicios y distracción, espacios públicos y privados más abiertos hacia las personas Lgbti. Entonces de qué ha servido tener una de las Constituciones más vanguardistas cuando tienes una sociedad que sigue discriminando y matando a las personas Lgbti. Una sociedad en que un sector destila odio hacia nuestras comunidades pero nada hace a favor de niños que sufren violaciones.

¿Qué nivel de atención social debe haber para que los gobernantes no construyan políticas públicas en función de sus lastres y de su moral?
Hay que recordar que de 10 personas Lgbti, 7 son violentadas por su orientación. El acceso a salud, educación, empleo y vivienda sigue siendo precario. Temas como el matrimonio igualitario, el derecho a la adopción, la protección del Estado a las familias homoparentales (el caso Satya) siguen pendientes. Lastimosamente en Ecuador hemos tenido liderazgos en distintos espacios de poder que han justificado la homofobia y la discriminación al decir que son pensamientos personales. La gente no debe llegar a gobernar con base en un pensamiento personal, sino desde un enfoque de derechos.

¿Y qué tareas pendientes hay en el interior de las comunidades Lgbti?
Casa adentro, limar todas las asperezas necesarias. Dejar todo protagonismo de lado. Trabajar acuerdos mínimos y máximos para la generación de agendas conjuntas. Trabajar por la igualdad de derechos desde el ámbito a la accesibilidad a los derechos que ya tenemos escritos, pero que necesitan ser implementados.