Ley contra el odio

La Constituyente de Venezuela, suplantadora de la Asamblea Legislativa de ese país, ha aprobado una ley que castiga los delitos de odio hasta con veinte años de cárcel a los medios, partidos, redes sociales y otros medios de comunicación digital que difundan mensajes de odio que afecten al régimen y sus políticas. Es evidente que frente a la desesperada situación económica el Gobierno de ese país haya legalizado este sistema de represión jurídica.

La ficción se adelanta muchas veces a la realidad: en la novela ‘1984’ de George Orwell, se crea en un país imaginario, totalitarista, el Ministerio de la Verdad y se establece el ‘Día del Odio’ con pancartas, banderas, eslóganes, discursos y desfiles para condenar a todos los que no estén de acuerdo con el sistema. Y se narra como una multitud convulsionada y rabiosa condena el” sabotaje” interior y exterior que mantiene en hambruna y otras miserias al pueblo.

Lo extraño es que la política exterior del Ecuador es indiferente a los sucesivos atentados contra la democracia y libertades en Venezuela, seguramente por un malentendido respeto a la soberanía de tal nación o con más certeza a una identificación ideológica de Cancillería con el denominado socialismo del siglo XXI.

En estos días se habla de un cambio en los medios públicos, lo cual sería un acierto. Sin embargo, en el último número (antes del anunciado cambio) del diario oficial en sus artículos editoriales se exige cumplir con el programa económico y social de la Constitución de 2008 (la que crea el Consejo de Participación Ciudadana, por ejemplo), “mantener la revolución permanente” (receta marxista), “construir un contrapoder”, acabar con “las arcaicas instituciones patriarcales (llámense familia o Iglesia), comprender cabalmente el pensamiento de Marx”, entre otras linduras. E informa que se desploman la popularidad de PPK y Macron, a la vez que se resalta que Maduro exhorta a la UE a escuchar el clamor de los independistas catalanes.
Hay que pensar que apoyar los métodos totalitarios es exponerse a que llegará un momento en que tales métodos serán empleados contra todos.

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