La risa, remedio infalible

Fausto Jaramillo Y.

Confieso que no creo en el azar ni en el destino. Cada acto humano tiene un responsable, una causa y un efecto; sin embargo cuando varios eventos coinciden en un mismo día o instante, no consigo explicarme.

La semana pasada circuló en las redes sociales un fragmento de un discurso del presidente Lenín Moreno, en el que, como es su estilo, narraba la carta enviada por un niño a Papá Noel, en la que le agradecía por haberle enviado la navidad pasada 100 dólares, y le pedía para este año una cantidad igual, aunque le ponía una condición y era, que en este año, ese regalo no lo enviara con el vicepresidente Glas, porque el año anterior, el mensajero se había retenido 30 dólares.

Esa misma noche, gracias a la tecnología moderna volví a asistir a la exhibición de una extraordinaria película titulada “En nombre de la rosa”, basada en la obra de Umberto Eco, y con las actuaciones de buenos artistas como Sean Connery.

La película está ambientada en una abadía alejada de cualquier camino, en el medioevo europeo, siglo XVI, en la que se producen varios asesinatos. El abate pide ayuda de un monje franciscano Erik de Brackenville famoso por su intelecto y erudición. Parecería entonces que se trata de un película de misterio y de detectives; pero al final, cuando todo se resuelve, el origen del problema estaba en el fanatismo de un monje encargado de la biblioteca del convento que intentaba esconder un libro de Arsitóteles de la vista de todos los mortales, porque la obra trataba de la risa como elemento que logra vencer el miedo, y cuando no se tiene miedo surgen las dudas y los interrogantes hasta alcanzar la verdad. En otras palabras, quién sabe reír, puede cuestionar cualquier concepto y afirmación y con ello buscar la verdad.

El presidente Moreno, es conocido por ser un hombre que a través de su esfuerzo superó el trauma sufrido en un asalto cuando quedó parapléjico y desde entonces, el humor es su compañero. No sé si habrá alcanzado la verdad, pero si ha demostrado en estos meses de su mandato que no le teme al fantasma del ático y a sus acólitos y por eso, hoy el Ecuador conoce de las trafasías de esa banda de delincuentes que atracaron el país en los últimos 10 años.

El Ecuador ha vuelto a sonreír y espero que en poco tiempo más, vuelva a reír, porque lo que más requiere nuestro pueblo es vencer el miedo y recuperar la valentía para buscar la verdad y el respeto a los eternos valores de la honestidad, de la honradez, de la dignidad.