Mauricio Bueno De Quito al Guggenheim

El tono sepia contiene al atleta. Está exhausto entre su ‘bbd’ y la pantaloneta. Un joven Mauricio Bueno, lampiño y sorprendentemente más flaco, cruza la meta en El Bronx. Viéndolo hoy, de esa foto, puede asegurarse, tan solo se conserva la mirada, “una mirada de avanzada”, como la definirá la curadora cuencana Katya Cazar.

Ahora, flaco y ya no lampiño, con una barba blanca bien acicalada, Bueno ha cruzado otra meta en Nueva York. Esta vez en el Museo Salomon R. Guggenheim, el cual incluye en su colección su obra ‘Quito, Luz de América’ (1976).

“Hasta ahora no lo creo. Imagínese, yo de joven, cuando ni pensaba ser artista, recorría encantado el Guggenheim. Era maravilloso. Piense en un espiral, como El Churo de la Alameda, pero lleno de obras de arte. Estoy feliz por el interés de Pablo León de la Barra y la labor de Katya (Cazar) para que llegue ahí mi obra”, dice el artista.

La curadora Cazar, quien desarrolla un proyecto sobre la trayectoria de Bueno, trabajó directamente con el equipo curatorial del Guggenheim, representado por León de la Barra. Es así como llega la pieza antes mencionada al icónico museo.

Donación. En la Universidad San Francisco, donde informó sobre el envío de su obra al Museo Guggenheim.
Donación. En la Universidad San Francisco, donde informó sobre el envío de su obra al Museo Guggenheim.

Paisajista nato

“Quise jugar con esa idea de que Quito es ‘Luz de América’. Entonces me propuse darle sentido a aquello. Si te fijas, la obra es como una acuarela de los 40’, pero hecha con neón. Es el perfil del Pichincha, una nube y el paisaje quiteño”, describe Bueno, mientras observa un paisaje de neón de Guayaquil.

“Sabes, voy a trabajar una nueva serie de paisajes de neón. Pienso hacer Lima, Bogotá, Caracas y otras ciudades”, comparte este paisajista nato, quien ha sabido captar espacios desde series también en acrílico como ‘Ventanas’, ‘Historia de los Andes’ o ‘Nazca’.

ESTUDIO. Frente al espejo, junto a fotografías y dibujos que marcan sus recuerdos.
ESTUDIO. Frente al espejo, junto a fotografías y dibujos que marcan sus recuerdos.

Para él, el lugar de origen marca de por vida. “Estudié la mayor parte afuera. Pasé la escuela y el colegio en EE.UU., pero nunca te olvidas de donde vienes. Obvio, soy un paisajista como buen serrano, los Andes siempre estuvieron frente a mí desde niño”, dice Bueno.

Sobre su primer ‘Quito, Luz de América’, cuenta que fue adquirido por Silvia Kywi. Un segundo ‘Quito’ viajó en automóvil desde Bogotá a Quito. Con la mayor de las precauciones Bueno sorteó las horas para donar su obra a la Casa de la Cultura Ecuatoriana. “Cuando pregunté dónde estaba, nadie sabía nada. No creo que lo hayan robado, pienso que lo rompieron”, señala. El tercero es el que ahora puede apreciarse en Nueva York.

‘Quito, Luz de America’. Es concebida desde la perspectiva concreta del paisaje, donde se sintetiza el concepto popular y simbólico de Quito, como ciudad  ‘Luz de América’. La técnica empleada es neón sobre superficie de madera. (Foto:  Javier Escudero)
‘Quito, Luz de America’. Es concebida desde la perspectiva concreta del paisaje, donde se sintetiza el concepto popular y simbólico de Quito, como ciudad ‘Luz de América’. La técnica empleada es neón sobre superficie de madera. (Foto: Javier Escudero)

Todo un anecdotario

Si Mauricio Bueno tiene una duda, llama a su esposa Gloria. “Ella es mi memoria”, manifiesta mientras mira con esa ‘mirada de avanzada’ a su mujer.

Como si fuera un altar, un muro de su estudio está poblado de fotografías y dibujos. Están su hijo y su hija y sus nietos en lugares preponderantes. Sus fotos de atleta. Gonzalo Bueno, su padre, junto a Salvador Dalí. La primera foto que él registró: una radio vieja junto a una cajetilla de cigarrillos. Los dibujos ejecutados por su padre y su hermano mayor, también llamado Gonzalo.

“Yo sentía mucha pena, no me atrevía a dibujar dado el talento de mi papá y de mi hermano, hasta que me lancé al dibujo. Dibujando me ha ido más o menos bien, y como artista he tenido mucha suerte”, dice Bueno, con humildad, sin falsa sencillez.

Serie. Un vistazo a su serie ‘Ventanas’, realizada en acrílico sobre tela a inicios de los 80’. (Archivo La Hora)
Serie. Un vistazo a su serie ‘Ventanas’, realizada en acrílico sobre tela a inicios de los 80’. (Archivo La Hora)

Al consultarle sobre si era cierto que Guayasamín no valoraba su trabajo, Bueno cuenta: “Él (Guayasamín) fue muy generoso conmigo. Él conocía a mi papá y le indicó que quería conocerme. Vino a esta casa con Toty Rodríguez. Hablamos de una manera agradable y más bien le gustó lo que hacía”, relata.

En su remembranza, continúa: “Por mi formación en el MIT, había ciertos trabajos desarrollados con soporte científico que no podían ser entendidos en su momento en el país, yo venía con otra formación, bajo la guía del artista húngaro Georgy Kepes, y por acá el indigenismo y el costumbrismo seguía siendo fuerte. Mis obras cinéticas no eran muy comprendidas, eso es todo”.

Pintura. Uno de sus ‘Desnudos’. (Archivo La Hora)
Pintura. Uno de sus ‘Desnudos’. (Archivo La Hora)

Lo contemporáneo

Muchos consideran que Mauricio Bueno es la bisagra entre la modernidad y lo contemporáneo en el arte ecuatoriano. Él asegura que solo compartió lo que había aprehendido en EE.UU.

“Realmente, yo era un analfabeto y mi paso en el MIT me permitió conocer gente brillante. Fui una esponja y aprendí todo lo que veía. Tuve la suerte de que el maestro Kepes me enseñara muchísimo y me ayudara a orientarme en el mundo del arte. Acá, en Ecuador, solo compartí lo que aprendí afuera”.

ARTISTA. Bueno junto a parte de su obra ‘Constantes’, en su muestra antológica en el CAC. (Archivo La Hora)
ARTISTA. Bueno junto a parte de su obra ‘Constantes’, en su muestra antológica en el CAC. (Archivo La Hora)

¿Y Bueno es esa bisagra entre lo moderno y lo contemporáneo? “Para nada. Pienso en Enrique Tábara, un artista formidable. Desde la pintura da un giro hacia lo contemporáneo. Está Oswaldo Viteri. Ellos y otros artistas, desde la pintura, tienen una tendencia más contemporánea. Yo siento que vengo después”.

Más allá de cuando se llega, la obra de Bueno enseña que es trascendental desde donde se parte, en qué lugar la mirada apunta al blanco. Muy pocos pueden mirar un río corriendo por la Av. 9 de Octubre porque los edificios se comieron el paisaje para quienes transitan en el centro guayaquileño, o muy pocos pueden jugar con agujas e imanes para revelarse al propio Einstein –como lo evidencian sus obras-. Quizás por eso es que Mauricio hace de su apellido el mejor de los adjetivos, es simplemente Bueno. (DVD)

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PERFIL
Artista, arquitecto y catedrático ecuatoriano (Quito, 1938). Estudió arquitectura en la Universidad Nacional de Colombia. En el Massachussets Institute of Technology (MIT), en el Center for Advanced Visual Studies, se formó bajo la tutela del artista húngaro Georgy Kepes, Recibió becas de la Graham Foundation y National Endowment for the Arts. En 2014 su obra fue seleccionada por el curador italo-brasileño Jacopo Crivelli Visconti para la 12 Bienal de Cuenca.

Promotora. Katya Cazar impulsó la donación de la obra. (Archivo)
Promotora. Katya Cazar impulsó la donación de la obra. (Archivo)

‘Bueno tiene una mirada de avanzada’

La obra del artista ecuatoriano Mauricio Bueno se exhibe en el Museo Salomon R. Guggenheim, de Nueva York. ‘Quito, Luz de América’ (1976) fue donada y forma parte de esta importante colección.

Esta gestión fue realizada por la curadora Katya Cazar, quien trabajó directamente con el equipo curatorial del Guggenheim, representado en este proyecto por Pablo León de la Barra.

Cazar inició una investigación sobre el trabajo de Bueno en 2014, y desde este año empezó con los procesos de protocolo para la aceptación de donación de la pieza. “Fueron 10 meses de rigor, pero por suerte nunca hubo contratiempos para la aceptación de la misma”, cuenta la curadora.

“Pablo (León de la Barra) ya había tomado interés años atrás por la obra de Mauricio (Bueno) cuando la observó en una edición de la Bienal de Cuenca, donde fue uno de los invitados… Lo que se hizo es retomar el contacto y el interés”, dice Cazar, quien dentro de sus metas investigativas contempló incluir una de las obras de Bueno al Guggenheim, algo que logró con el respaldo de la familia del artista.

Dato
Cazar fue directora de la Bienal de Cuenca y organizó la edición 12 de la misma.

“Esta pieza especialmente metafórica –argumenta Cazar- tiene un tinte conceptual histórico que maneja el epíteto de ‘Quito, Luz de América’, lo que nos parecía que conllevaba una carga narrativa e histórica con la que se podía explicar la trascendencia del trabajo de Mauricio”.

Agrega que: “Considero que en beneficio de toda su producción, porque hay que entender que una obra es apenas un síntoma de todo un trabajo, ‘Quito, Luz de América’ permite entender la mirada de avanzada que siempre le acompañó”.

Sobre el que llegue la obra a un espacio como el Guggenheim, Cazar asegura: “Para el artista, esta donación demuestra una suerte de permanencia en el público, el entender que pese a los años su obra sigue vigente; segundo, es el poner en el tapete internacional al arte ecuatoriano, porque el ver la obra de un ecuatoriano en el Guggenheim implica el despertar el interés de curadores, estudiosos y el público sobre nuestro arte”.

Dos colegios académicos de la Universidad San Francisco, el Colegio de Comunicación y Artes Contemporáneas (Cocoa) y el Colegio de Arquitectura y Diseño Interior (Cadi), dan respaldo a la gestión de Cazar y se suman a sus esfuerzos por investigar la trayectoria de Mauricio Bueno. (DVD)